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El mundo de la cultura y el municipio de Riotuerto perdieron hace unos días a un «hombre grande en todos los sentidos». Así describen a Julio Peña del Campo desde la Asociación de Amigos del Museo de la Real Fábrica de Artillería de La Cavada, ... de la que era vicepresidente. A Julio se le acabó el tiempo demasiado pronto y se ha ido dejando un importante vacío que será imposible llenar. Sobre todo, para su mujer, Rocío.
Aunque su pasión por la historia de La Cavada fuese grande, Julio Peña del Campo nació a unos pocos kilómetros de allí, en Sobremazas (Medio Cudeyo, 1965). Su madre, Ángeles, le dio la vida como mandaban los cánones de aquella época: en casa, ya que así eran las cosas antes. Como productor y director de eventos culturales, Peña fue todo un visionario que quiso acercar la cultura a todos los rincones de la región y lo consiguió a través de la coordinación de programas regionales muy conocidos como el de la Cultura Contraataca.
Pero Julio comenzó su carrera profesional muchas décadas antes de regresar a su tierra. Lo hizo en la Fundación Colegio del Rey de Alcalá de Henares. Llegó a esta ciudad con tan solo tres años forjando allí una brillante carrera profesional ligada al mundo de la escena. En esta misma ciudad, trabajó, por ejemplo, en el Teatro Salón Cervantes.
De mente «inquieta» y muy «tenaz, organizado y apasionado» en todo lo que se proponía, regresó a Cantabria en el año 2005 para seguir trabajando en la escena cultural ligada al mundo del espectáculo y desarrollar ese plan de crear una red de teatros para «llevar la cultura a cada rincón de su tierra». Fue entonces cuando inició también su vinculación con la Asociación de Amigos del Museo de la Real Fábrica de Artillería de La Cavada.
Su amigo y presidente del colectivo cultural e histórico, Ángel Cuadrado, lo recordaba durante estos días con nostalgia y admiración por su capacidad para hacer fácil lo complicado. «Siempre se ocupó de la relación institucional y todo el tema de sonido y protocolo en los actos de agosto y los de Santa Bárbara en diciembre», explicaba en referencia a su participación en la fiesta de recreación histórica que se hace cada año en La Cavada. «Su huella es imborrable, conmigo era vicepresidente y siempre fue mi apoyo durante todos estos años. Y también el del presidente de honor del museo, José Manuel Maza», recordaba. «Era un hombre grande en todos los sentidos», concluía recordando con cariño el gran porte físico y humano que tenía su amigo.
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