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Desde su infancia en Frama, la localidad de Cabezón de Liébana en la que había nacido en el año 1938, a María Victoria Guerra todos la llamaban 'Marivi'. Fue en su pueblo natal, en la casa familiar, donde comenzó a conocer el trabajo de modista que realizaba su madre, que siempre fue una gran emprendedora. Esos primeros contactos con la aguja y el hilo marcaron su futuro y le dirigieron hacia una profesión a la que se dedicó toda su vida.
Desde su juventud, y durante más de una década, todos los lunes Mariví acompañaba a su madre al mercado semanal de Potes. En un puesto instalado en la Plaza, ambas vendían ropa, artículos de mercería y del hogar y paquetería a los habitantes de la comarca que acudían a Potes cada semana.
A los 23 años, contrajo matrimonio con un vecino de Piasca, Juan María Sánchez. Durante tres años, la pareja de recién casados fijó su residencia en Frama y, más tarde y de forma definitiva, se trasladaron a Potes, donde Juan trabajaba como taxista y donde formarían una familía numerosa.
Durante su etapa escolar, la maestra de Frama, doña Luisina, enseñó a Mariví un sistema de corte y confección que años después le permitiría empezar a coser y llegar a confeccionar hasta tres pantalones al día, por los que cobraba entre ocho y diez pesetas por pieza. Cuando la familia se trasladó a Potes, Mariví comenzó a confeccionar ropa de mujer, unos artículos que vendía su madre en la tienda que había abierto en la calle San Roque.
Del matrimonio formado por Mariví y Juan nacieron cinco hijas. Por la tienda familiar, que ahora dirige su hija Maite, han pasado generaciones de lebaniegos al igual que por Confecciones Sánchez-Guerra, el comercio situado también en la calle San Roque de Potes y dedicado a la ropa de caballeros, corsetería y lana, que regentan otras dos de sus hijas, Miriam y Celeste.
Mariví sufrió la pérdida de su esposo en 1989, siendo Juan muy joven, un momento muy duro que afrontó con resignación y valentía,
Hasta el momento de su jubilación, demostró ser una gran emprendedora y trabajadora ejemplar. Siempre se sintió muy querida y estaba orgullosa de sus hijas, nietos y biznieta con los que pasaba muy buenos ratos y de cuya compañía disfrutó de manera especial a partir de su jubilación.
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