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Nacido en Suances, en el seno de una familia numerosa, a Laureano Saiz Escallada todos en el pueblo le conocían como 'Lin, el barbas', una barba que se dejó cuando volvió de la mili y nunca más se quitó pues incluso en el Asilo San ... José de Torrelavega, donde pasó sus últimos años de vida, le dejaron que la mantuviera y se la cuidaban y cortaban. Cuenta su sobrina Francisca Allende que Laureano siempre recordaba que «en aquellos años (en su juventud) los únicos que llevábamos barba éramos Fidel Castro y yo».
«Era un espíritu libre», relata su sobrina, una persona «muy entrañable» que pasó toda su vida en Suances donde trabajó como matarife en el matadero municipal. 'Lin, el barbas' fue un gran deportista y buena muestra de su afición al fútbol es la gran cantidad de carnés del equipo del San Martín de la Arena de Suances que guardaba en su casa. «Siempre recordaba que había puesto la primera piedra del campo de fútbol de Suances».
Para 'Lin el barbas', «todo el mundo tenía algo maravilloso» y por eso «se llevaba bien con toda la gente». Cuenta Paqui que su tío, que no sabía nadar, era un gran percebero y siempre hacia buenas capturas. Cuando se iba de pesca por zonas de acantilados y rocas y le advertían sobre el peligro que eso entrañaba, siempre decía que «Dios debe pensar que tengo algo que hacer aquí» y por eso siempre volvía siempre sano y salvo. «Aunque era un furtivo se llevaba muy bien con la Guardia Civil y muestra de ello es que algunos agentes han estado en su funeral», cuenta su sobrina con orgullo. Quizá por su condición de 'espíritu libre', Laureano nunca se casó. «Decía que las mujeres y él no coincidían en los gustos», recuerda Francisca, quien relata que toda su vida vistió del mismo modo: camisas largas y pantalón de Mahon. «siempre iba en camisa, nunca llevó un abrigo o una cazadora, nunca tenía frío».
Laureano pasó los últimos tres años de vida en el Asilo San José de Torrelavega donde recibía la visita de su sobrina cada semana. «Allí hizo amigos y pasó muy buenos momentos», cuenta Francisca Escallada, que confiesa que ha sido en sus visitas al Asilo y con las conversaciones de los últimos años cuando ha comenzado a conocer mejor a su tío y ver que era una persona entrañanable.
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