El peregrino al que le gustaba cantar las marzas de casa en casa

En sus escasos ratos libres a Lino le gustaba conocer y explorar los distintos rincones de la geografía cántabra. Lo hacía en compañía de sus amigos y con unas dosis extraordinarias de sacrificio. Por ejemplo, en 2007, fue capaz de completar el camino lebaniego en dos intensos días. A mi memoria vienen ahora otras peregrinaciones que hicimos junto a él, como la de la noche del 14 de setiembre hasta el Santuario de La Bien Aparecida o la de la Virgen del Carmen en Revilla.

Tras finalizar su vida laboral, Lino dio rienda suelta a su pasión por los paisajes de Cantabria, las ferias ganaderas y etnográficas así como las marchas a pie. Realizó en solitario el Camino de Santiago y, en 2017, desde Carriazo, vivimos la extraordinaria experiencia de ir andando hasta Santo Toribio en cinco maravillosas etapas, en las que pudimos disfrutar de su compañía. Una cita trascendental para Lino era la última noche de febrero. Inolvidables recuerdos asaltan ahora nuestra memoria entonando la Salve y cantando las marzas de casa en casa por el pueblo.

En nuestro recuerdo siempre permanecerá la tremenda sencillez y humildad que envolvía su carácter. Lejos de cualquier problemática, Lino era un bálsamo que sabía templar las pequeñas discusiones que surgen en cualquier actividad humana. Nunca olvidaremos los momentos que hemos compartido juntos y en los que tanto disfrutamos con su presencia. Él siempre anteponía el bien común al interés personal.

Amigo de sus amigos, Lino tenía una palabra amable para cada uno. Su espíritu de concordia y templanza inundará nuestras vivencias.

Desde aquí queremos mandar un fuerte abrazo a su familia, especialmente a su esposa e hijos. Que la estrella de Lino nunca se apague para que siga iluminando nuestro camino terrenal.

Descansa en paz, amigo Lino.