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Como si su silbato sonara tres veces, con un tercero más largo a modo de expiración final de los partidos, se nos marchó al vestuario de las almas el señor de los árbitros, Victoriano Sánchez Arminio, el colegiado más notable que ha tenido el ... fútbol de Cantabria y acaso el de España entera.
Nacido en Santander el 26 de junio de 1946, Victoriano no fue un niño como los demás. Jugó a fútbol en el colegio, pero pronto descubrió su vocación de impartir justicia entre el descontrol de patadas del patio de recreo. Así que, a los quince años, cuando todos soñaban en ser delanteros, a Victoriano le dio por arbitrar, alternándolo profesionalmente como representante de productos alimenticios. Su primera actuación como árbitro principal en un partido de categoría nacional fue en 1967. En la siguiente temporada ya era árbitro de Segunda División, categoría en la que se mantuvo seis campañas. En 1976 logró dar el salto a Primera División, donde dirigió 149 partidos, debutando en el que disputó el Málaga C. F. contra la U. D. Salamanca.
Un año después, obtuvo la escarapela de la FIFA y dirigió partidos en el Mundial de España (1982) y México (1986), en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles (1984) y en la Eurocopa de 1984. Además de los partidos de profesionales, solía arbitrar en Cantabria algunos de categoría juvenil y yo mismo pude comprobar cómo en esos partidos se interesaba por enseñarnos el reglamento, siempre sin perder un ápice de su autoridad.
En 1989, el año de su retirada, tuvo el honor de arbitrar dos partidos que pusieron el broche de su carrera deportiva: la final de la Copa del Rey entre el Real Madrid y el Real Valladolid y la final de la Copa de la UEFA entre el Stuttgart y el Nápoles de Diego Armando Maradona. Meses después, el 9 de agosto, sus paisanos le rindieron homenaje en el nuevo campo municipal de El Sardinero cuando realizó el saque de honor del partido amistoso entre el Racing y el Real Madrid.
Entre todos los árbitros de Cantabria, Sánchez Arminio atesora el más apreciado palmarés, entre ellos el de dirigir una final de Copa, como Fermín Sánchez González (1924), Rafael García Fernández (1953) o Alfonso Pérez Burrul (2005). Pero Victoriano tuvo ese honor en tres ocasiones (1982, 1986 y 1989). Luego sería presidente del Comité de Designación y del Comité Técnico de Árbitros, donde se mantuvo 25 años al frente del estamento arbitral hasta 2018.
Aunque le salpicaron algunos turbios asuntos, como el caso Negreira o el caso Soule, siempre defendió su honradez, y en la reproducción de la carabela 'Santa María', con la que le obsequiaron en su homenaje, navega la leyenda de «su ejemplar y brillante trayectoria como árbitro internacional de fútbol y modelo de comportamiento y nobleza de su tierra cántabra».
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