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Víctor Puente
Viernes, 31 de marzo 2017, 07:17
Alejandra se quedó sin pareja hace tres años. Iciar le dijo que lo dejaba. Compuesta y sin novia, la madrileña no tardó en buscar un nuevo amor. Sondeó el mercado y el flechazo surgió a primera vista. "Marta tenía pareja pero le propuse matrimonio porque ... la quería conmigo. Me hizo esperar un poquito pero al final me dijo que sí". No es la enésima historia de amor que se cuela cada fin de semana en la cartelera de cine. Simplemente es la forma divertida y algo cómica con la que Marta Marrero (Las Palmas de Gran Canaria, 1983) y Alejandra Salazar (Madrid, 1986) recuerdan cómo se hicieron pareja de pádel cuando la madrileña se quedó sin compañera de dobles al anunciar su retirada la actual seleccionadora del combinado nacional de pádel femenino, la madrileña Iciar Montes.
"Cuando me llamó Alejandra no me lo podía creer. Mi sueño era poder jugar a su lado, y si lo conseguía, sabía que la dupla iba a funcionar". Marrero se arriesgó a dejar a su pareja en la pista, la argentina Cata Tenorio, cuando mejor estaban jugando. Y tres años después, los números avalan aquella difícil decisión.
Marrero y Salazar. Salazar y Marrero. Son la actual pareja número uno del mundo y comparten también lo más alto del ránking, con 9.920 puntos, cada una. Esta temporada, que comienza con el Open de Santander que se juega estos días entre el Palacio de los Deportes y el pabellón de Soto de la Marina, les toca defender título de campeonas. Es la primera vez que lo hacen después de arrebatar el año pasado el trono a las gemelas Sánchez Alayeto.
María José y María Pilar son otras reinas del pádel mundial pero no las únicas. "El pádel femenino está muy igualado. La temporada pasada se demostró que había otras parejas entre las seis primeras del ránking que también pueden ganar el torneo. Ya desde primera ronda, al igual que el año pasado, se están produciendo sorpresas, por lo que no podemos confiarnos". La primera respuesta de la pareja, en clave de advertencia, alude a varios nombres y apellidos: Amatraín-Llaguno, Navarro-Reiter o Triay-Sainz, por citar a alguna de las parejas del top ten.
Pero si el dúo español demuestra en la pista la misma simbiosis que en sus respuestas a esta entrevista, sus rivales no tendrán nada que hacer en La Ballena. "Este año el cuadro de chicas está muy apasionante. Hay muchas parejas con opciones. Por eso es importante tener mucha regularidad y esperamos que nosotras la tengamos para llegar hasta el final".
Un camino lleno de dificultades que recorrerán por primera vez con el número uno a sus espaldas. Pero esa presión no parece importarles. "Va a ser la primera vez pero lo afrontamos al igual que en temporadas anteriores. Queremos ir torneo a torneo, intentando seguir la línea con la que terminamos el año, jugando con mucha confianza", explica Salazar.
Pero antes de terminar, hay que empezar. Y ayer lo hicieron con buen pie en los octavos de final del Trofeo Año Jubilar Lebaniego, primer abierto del circuito internacional, al derrotar con claridad a la pareja formada por las españolas Beatriz González (número 29) y Elena González (número 39). Pero el partido no fue un paseo de las reinas del cuadro porque, como reconocen ellas mismas, "cada vez hay partidos más duros desde las primeras rondas". El motivo. "El nivel del pádel femenino ha subido en los últimos años y nuestros partidos pueden ser más atractivos que los de los chicos", defienden.
Más apoyo a las mujeres
Marrero lo dice por el todos contra Belasteguín-Lima que se verá en el cuadro opuesto, pero de ahí a compararse con ellos, hay un paso. O varios. "A nivel de torneos, estamos bastante por debajo de los chicos. Ellos hacen quince pruebas y nosotros once". Pero la desigualdad que detecta Marrero va más allá. "A nivel económico también estamos por debajo. Yo creo que es el paso que le falta al pádel femenino. El año pasado demostramos que somos capaces de llenar las pistas de público igual que los hombres". Un mensaje dirigido a un solo destino: la organización del circuito.
En su opinión, el World Padel Tour "necesita subir la cuantía de los premios de los torneos para que el pádel, como deporte, sea reconocido como merece". Su compañera tampoco se corta a la hora de lanzar bolas al campo de la organización. "Necesitamos que este deporte se profesionalice más. Así habrá más jugadoras, más competitividad, más motivación y al final es la rueda que hace todas mejoremos".
Incluso en su caso. A pesar de ser números uno, ambas reconocen que "tenemos que mejorar mucho tanto en el plano individual como pareja de dobles". Quizás esa mentalidad que cantan de memoria es lo que les ha hecho ser una pareja casi perfecta. O no. "Una pareja necesita muchas cosas para ser perfecta. Tienes que tener mucha confianza, mucha humildad, mucha tolerancia con tu compañera...Y trabajar mucho el lenguaje porque así se saca mucho partido", indica Salazar.
Lo dice Salazar ahora. Pero hace tres años, cuando se juntaron, su tono era algo más discreto. La una, Marta, vive en Barcelona, y la otra, Alejandra, lo hace en Madrid. Más de 600 kilómetros de distancia para una pareja es algo insalvable. Y en pádel, también. "Al principio costó más sumar horas de entreno pero luego hemos sabido juntarnos a base de sacrificio y de hablar mucho". Ya juegan casi de memoria y no necesitan verse tanto. "Nos viene bien tener un poquito de espacio. Nos cogemos con más ganas", confiesa Salazar entre risas. Pero su caso, dicen, no es lo habitual. "Hay muchos desencantos en las parejas. Hay mucha prisa por conseguir resultados y se ven muchos cambios de compañero".
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