Anda revuelto el patio informativo en un intenso debate sobre las bondades o maldades del aceite de palma. Vamos a dedicar estas líneas a explicar en que consiste este asunto. Sabemos que hay dos tipos fundamentales de grasas en los alimentos.
Las insaturadas, que abundan en algunos alimentos vegetales y en algunos pescados y debemos de consumir en mayor cantidad ya que nos protegen contra muchos problemas de salud.
Si tenemos una alimentación saludable, con variedad en los alimentos y un predominio de alimentos vegetales y pescado, no tendremos ningún riesgo con la ingesta de grasas.
Pero hay dos vegetales que rompen esta norma ya que contienen más grasa saturada que muchas carnes: el coco y el fruto de una palmera tropical.
Mientras que el aceite de coco está bien valorado por la comunidad nutricionista como saludable, el aceite de palma se ha convertido en los últimos meses en algo malo malísimo.
La verdad es que no sé que es lo que ha originado realmente tanto alboroto. Revisando los trabajos más recientes en la literatura científica no he encontrado nada que señale de una forma clara que el aceite de palma ejerza un efecto especialmente dañino sobre los factores que aceleran los problemas cardiovasculares.
Hay un estudio realizado en Barcelona que podría relacionar el aceite de palma con el cáncer y sus metástasis. Los investigadores han encontrado en la membrana de células tumorales de ratones una molécula (CD36) que estimula la propagación del tumor. Al parecer, cuando se le proporciona a los ratones una dieta elevada en grasas saturadas y sobre todo en el ácido graso palmítico se activa el CD36 y aumenta la capacidad de propagación del cáncer. ¡Ahí está una conexión con el aceite de palma!
En este aceite abunda el ácido palmítico, por eso su nombre. Es posible que este sea la causa de que empiecen a retirar masivamente productos elaborados con aceite de palma de los supermercados y se agite la prensa, radio, televisión e internet con soflamas apocalípticas contra esta grasa.
El aceite de palma contiene un 43 % de ácido palmítico, pero los porcentajes de este ácido graso en algunas carnes son: 30 % en cordero, 31 % en vacuno, 25 % en cerdo, 23 % en pollo y 27 % en la mantequilla. Además, el aceite de palma tiene un 26 % de ácido oleico (el del aceite de oliva). Es decir el palmítico está en casi todas las comidas normales de nuestra dieta mediterránea.
Si decidiéramos suprimir el ácido palmítico de nuestra alimentación tendríamos muchos problemas para organizar nuestro menú diario.
Creo que uno debe seguir con su alimentación variada, mediterránea y saludable. Y, por supuesto, evitar unos consumos excesivos y reiterados de estas grasas saturadas, estén en el aceite de palma de una pizza o en la carne de un pollo estabulado.
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