Gol de camiseta
La política contra la pobreza no es el presupuesto de ayudas sociales, sino el presupuesto en sí mismo, él enterito, como herramienta de desarrollo económico
Juan Luis Fernández
Lunes, 1 de mayo 2017, 10:05
Secciones
Servicios
Destacamos
Juan Luis Fernández
Lunes, 1 de mayo 2017, 10:05
La Encuesta de Condiciones de Vida elaborada por el INE nos ha sorprendido con la revelación de que en 2016 aumentó el riesgo de pobreza y exclusión social en Cantabria. Rarísimo: ¿no estábamos en recuperación? Como Hernández o Fernández, aún diría más: el ... presupuesto cántabro para 2016 había sido aprobado con el entusiasta apoyo parlamentario de los procuradores de los pobres. ¿Cómo explicar la paradoja de que las políticas contra la pobreza hayan incrementado el riesgo de pobreza? ¿No habíamos erradicado los recortes al año anterior?
La respuesta no resulta misteriosa: la política contra la pobreza no es el presupuesto de ayudas sociales, sino el presupuesto en sí mismo, él enterito, como herramienta de desarrollo económico. Y ese presupuesto ha tirado mucho dinero en gastos poco productivos, mientras dejaba de hacer inversiones y de ayudar a los que invierten y crean empleo, como las empresas del Besaya cuyos fondos se recortaron durante el ejercicio.
Ya un lejano lunes advertí aquí que, con tales tácticas de desaprovechamiento del déficit, el presupuesto de emergencia social tendría que ser mayor cada año, porque iba a ser cada vez mayor el número de personas en riesgo de exclusión social. Así ha sido.
La Cantabria adulta está formada básicamente por tres colectivos: productores privados, empleados públicos y vecinos ayudados. Segundo y tercer grupo reciben el suministro en función de lo que puede proporcionar el primero. ¿Qué ha hecho la gestión presupuestaria hasta la fecha? Disparar el gasto de personal público y aumentar el de ayudas sociales (nada que oponer) y subvenciones corrientes (mucho). En cambio, todo lo que supone inversión creadora de capital público o ayudas a la iniciativa empresarial ha sido refrenado. Se incrementan las cargas, pero no la fuerza que las sostiene.
La última EPA nos dice que el 50% del nuevo empleo en Cantabria es empleo público: 6.500 personas de 13.000. El principal creador de empleo no está siendo el empresario, sino la burocracia; no la buena economía, sino la mala política.
Sólo el exterior corrige esta deriva interna: el dinero con que España sostiene a la autonomía de Cantabria; el dinero de los turistas que huyen del Mediterráneo más agitado; el dinero de países que importan algunos de nuestros productos; el dinero del vecino vasco, mejor gerenciado. Cualquier debilitamiento de estos socorros sería dramático. El reto es regenerar la dinámica económica interna, pero nos perdemos mucho en chascarrillos políticos.
Como filósofo, convengo con un libro que hay por ahí en que ser feliz no es caro; como periodista, sin embargo, constato que para muchos cántabros el mero sobrevivir ya es punto menos que prohibitivo (lo de ser feliz lo vemos después de comer).
El progresismo de los gobiernos es como el buen fútbol: no está en el color de la camiseta, sino en el estilo de juego. Nunca se ha visto a una camiseta meter un gol si dentro no iba un humano eficaz. El otro día parecía que había marcado un gol el Barcelona en el Bernabéu, pero cuando se quitó la camiseta se vio que solo era Messi, un pibe de Rosario. De momento, todos los goles de camiseta anotados en Cantabria se los han metido al público. Aguardamos expectantes a que alguien se atreva con el rival y deje de dar balonazos a la afición.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.