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El presupuesto de Cantabria para 2021 elaborado en condiciones de incertidumbre muestra que las matemáticas son las que son y que ante un contexto recesivo por el covid-19 es difícil combinar gastos prioritarios con medidas de recuperación. Incluso con pandemia son de actualidad las ... ideas de Keynes de fomentar la demanda (aunque sea con deuda) y las de Say («toda oferta crea su demanda») apostando así por nuevos proyectos acerca del modelo de futuro en la región.
¿Impresiones? El presupuesto debe ser más expansivo, pues en términos reales se asemeja al de este año vistas las modificaciones de crédito al alza. Y es que expansivo implica que, más allá del saldo primario (ingresos menos gastos antes del pago de intereses), consiguiese estimular a la demanda siendo algo complejo dado que un mismo nivel de gasto puede tener diferentes efectos económicos según sea su composición como pasa con la inversión pública o mejores «rating» de deuda. Además, sigue habiendo asignaturas pendientes en términos de déficit estructural, deuda, consolidación fiscal, inversiones y creación de empleo ante la histéresis del paro de larga duración en el mercado laboral.
Una lectura sucinta de lo presentado revela incrementos en varias partidas, especialmente las sanitarias, generando «grandes esperanzas» al más puro estilo dickensiano si finalmente consiguen ayudar tanto a los sectores castigados por la recesión actual como a los miles de personas desempleadas o con menores ingresos que siguen en ERTE. Igualmente, el estancamiento en otras partidas quizás responda a que actúen como «comodines» por si hiciera falta.
Y es que si salimos de la Matrix en que a modo de montaña rusa se han convertido las previsiones de crecimiento para 2021, su empeoramiento avanza que el déficit será mayor que el 2,2% del PIB. Así, difícilmente los ingresos alcanzarán lo estimado dado que las elasticidades recaudatorias son muy volátiles siendo necesarios escenarios plurianuales que respondan a criterios de eficiencia y justicia social, si bien es positivo haber incorporado el impacto de género en las cuentas públicas como otras regiones.
Finalmente, dada la actual emergencia pandémica no cabe otra que seguir apostando por el gasto social, la inversión y ayudas públicas contracíclicas que impidan a la pobreza crecer exponencialmente. La expansión ha de ser la brújula a seguir. La recesión condicionará mucho los ingresos y aquí no podemos ser optimistas. Suspendida la regla de gasto, es preciso abrir más el melón para que el gasto público sea aún más expansivo .
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