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Quizás sea esta una de las expresiones o muletillas más socorridas, dentro de las que normalmente utilizamos, para nuestras diferentes comunicaciones verbales. «Por si acaso voy a coger un décimo de lotería en mi supermercado, no siendo que toque», «por si acaso coge el paraguas, ... parece que el tiempo está revuelto», «por si acaso vete por tal calle, porque la principal estará a esta hora atascada», «leeré esta lección, por si acaso sale en el examen»… Así podríamos desarrollar un elocuente discurso, incluso apoyándonos en el refranero castellano, siempre tan preciso y acertado, «vale más un por si acaso, que cien pensé que…».
Hoy, a propósito del coronavirus, estamos asistiendo a un permanente campanilleo de «por si acasos». Desde todos los rincones se difunde el mismo mensaje. Una persona se acerca a la farmacia de turno, y pese al letrero disuasorio de 'No disponemos de mascarillas', pasa y las solicita. El reportero de turno le pregunta por qué las quiere comprar, y la respuesta machaconamente se repite es «por si acaso». Después manifiesta que no las va a utilizar, pero el miedo disminuye nuestra conciencia crítica y como autómatas, sin la capacidad de reflexión normal, cometemos de forma automática actos, que en otras condiciones cognitivas no las cometeríamos. Esta es la realidad.
El virus o coronavirus está plenamente identificado, dispone de un reservorio animal, que son especialmente los murciélagos, pangolines y dromedarios. Allí vive crece y se desarrolla y al consumir carne de estos animales puede pasar al individuo. Esto viene ocurriendo hace mas de 30 años en China, donde se tiene el hábito de consumir este tipo de animales y nunca ha pasado gran cosa, porque la infección se ha controlado fácilmente, al concentrarse en un grupo concreto de personas, que por otra parte carecían del hábito de viajar a otros países e incluso de moverse alrededor de su pueblo o comarca. No trascendía pues la infección.
Ocurre que en estos momentos de globalización, todos podemos estar en cualquier lugar del mundo, en un momento determinado. Pensemos en la acogida de los grandes monumentos o museos, con lo que la capacidad de contagio universal es muy alta. De aquí la situación actual, en la que están surgiendo de forma simultánea varios focos de contagio, todos ellos explicados por movimientos internacionales de las personas que lo sufren.
De todas formas, el contagio es mínimo o muy escaso y se puede controlar. Se sabe que se trasmite vía respiratoria, fundamentalmente por las gotas medianas. Al hablar, todos emitimos un cono de partículas o gotas, que pueden tener diferente tamaño, las finas pueden llegar lejos, ocurre con la tuberculosis, por lo que en este caso, podemos infectar a cualquiera que esté un nuestra habitación. El coronavirus está en las gotas medianas, su alcance es de aproximadamente metro y medio. Fuera de esa distancia no puede conectar con nadie.
Pero ocurre que, aunque no lleguen a nadie, pueden depositarse en el suelo, en las mesas u otros enseres, que nosotros podemos tocar con las manos y, posteriormente, al tocarnos los ojos, la boca o la nariz, contagiarnos. Esto quiere decir, que el lavado de manos es vital, no así las mascarillas, que incluso nos pueden contagiar, siempre que las hayamos previamente utilizado. Cuando se trasmite, después de 14 a 20 días de incubación, se desarrolla bruscamente y provoca un cuadro como el de la gripe, dolor de garganta, tos seca, dolor de costado, fiebre y dolores musculares e infecciones respiratorias. Las primeras 24 o 48 horas son las más graves, para atenuarse la clínica posteriormente. Afecta especialmente a hombres alrededor de 45 años, no afecta a niños, ni menores de 18 años, o lo superan sin clínica y su mortalidad es menor que la de la gripe, de un 0,3%.
La mortalidad aumenta en las personas mayores, y de forma especial en aquellas que tengan alguna enfermedad base, cardiópatas, infartados y diabéticos, especialmente. En cualquier caso, si nos sorprende la presencia de un cuadro como el descrito –tos seca, fiebre, pocos mocos y dolores musculares–, y si se realizó algún viaje sospechoso, se hace necesario llamar al 112, desde donde se desplazarán sanitarios y equipo asistencial. No debemos desplazarnos a Urgencias, además, de porque podemos contagiar, porque podemos bloquearla para el resto de los pacientes e incluso podríamos ser atendidos de forma menos correcta. Se comporta, hasta la fecha, como un virus gripal, del que de momento carecemos de vacuna, cuya mortalidad es menor que el que causa el virus de la gripe normal, y que la mejor prevención es no desplazarse a lugares en los que sabemos que existe un foco, no asistir a lugares de grandes aglomeraciones públicas, evitar besos, darse la mano y proceder frecuentemente al lavado de las manos. Dejemos en principio las mascarillas, para los enfermos y sanitarios, que cuiden de estos pacientes.
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