Entre el acuerdo y la crispación
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Con el recrudecimiento de la pandemia, la política y los agentes sociales debieran emitir el mensaje del entendimiento y la unidadLo que menos necesitan los ciudadanos, desmoralizados por el avance de la pandemia que amenaza su salud y su sustento, y los de sus familias, es el plus de crispación que proporcionan las algaradas callejeras o las batallas político- sindicales que agitan Cantabria. En ... estos días de tremendo arreón del virus y de las progresivas restricciones a la libertad de movimientos que amenazan la ruina de la hostelería y el comercio, y de los demás sectores productivos, en medio del desempleo disparado, del caos y la desesperanza, se hace más necesaria que nunca la política de altura.
El Gobierno regional inició ayer la tramitación parlamentaria de los Presupuestos 2021, los más importantes y los más dotados de la historia autonómica por la coyuntura reinante. Habrá que ver si resultan un instrumento decisivo para enfrentar una crisis de magnitud sin precedentes, pero merecería la pena que todos los grupos del Gobierno y la oposición los explorasen con espíritu constructivo y el ánimo de alcanzar puntos de encuentro. Hacer llegar a la sociedad el mensaje reconfortante de que son capaces de construir algo juntos. Unidad de acción en un estado de guerra.
Como casi siempre, hay un doble discurso en la coalición gubernamental. El presidente Revilla ha insistido una y otra vez que busca el pacto sobre las cuentas con PP y Ciudadanos, a quienes agradece el talante colaborador que han mostrado desde la explosión de la pandemia. A Revilla le conviene el acuerdo con la oposición, especialmente con el PP de María José Sáenz de Buruaga, con quien mantiene un diálogo fluido, porque eso le supondría al presidente ampliar su escudo protector ante una situación crítica.
También el PSOE de Pablo Zuloaga se dice abierto al entendimiento, mejor con Ciudadanos que con el PP, pero sin mucha pasión. La premisa socialista, subrayada intencionadamente ante la Cámara, es que las cuentas están garantizadas por la sobrada mayoría parlamentaria (21 de los 35 escaños del Parlamento) del Ejecutivo bipartito.
A estas alturas, al PP de Buruaga ya le parece un paripé la oferta de acuerdo de los dos Gobiernos en uno, sobre todo por la parte socialista. Cuando el Ejecutivo aprueba los Presupuestos sin someterlos a una negociación previa con la oposición que sólo ha recibido un 'papeluco' con las grandes cifras, al PP le suena más bien al 'esto son lentejas, si las quieres bien y si no las dejas'.
Buruaga cree imprescindibles unos Presupuestos expansivos para atender a los damnificados de la pandemia y para que el tejido empresarial resista los embates de un 2021 durísimo, pero ve escaso margen para negociar con el Gobierno. Como gesto de buena voluntad, los populares cántabros habían barajado la opción de no presentar enmienda a la totalidad. También se lo había pensado Pablo Casado con respecto a las cuentas del Gobierno Sánchez, pero finalmente ha pedido la retirada del proyecto. Para el PP, el riesgo es dejar a Vox como referente de la oposición pura y dura. En Madrid y en Cantabria, donde los rifirrafes entre el portavoz de Vox, Cristóbal Palacio, y el presidente Revilla son los más ásperos que se oyen en el Parlamento.
Ciudadanos se muestra proclive al acuerdo presupuestario, ya lo propició dos veces en la pasada legislatura, y en general, a apoyar al Gobierno en la batalla contra la pandemia, como ha asegurado repetidamente su líder, Félix Álvarez, pero al igual que el PP tiene bastantes dudas sobre las verdaderas intenciones del bipartito y quiere conocer con detalle las cuentas, y principalmente verificar que no suben los impuestos, antes de tomar decisiones.
La pandemia expande la crispación a los aledaños de la política, por ejemplo en las movilizaciones sindicales. Primero fue el personal sanitario, sometido a sobreesfuerzo desde el inicio de la plaga, y luego los docentes, que no han sufrido tanta presión durante tanto tiempo, pero que también se han alzado en armas. Para la suspensión de las vacaciones escolares de noviembre que inmediatamente anularon los tribunales, al Gobierno no sólo le faltaba fundamento legal, también cintura para negociar previamente una medida que era razonable antes del confinamiento de los municipios.
Mientras las familias se volvían locas con los vaivenes, en el Gobierno de coalición se desarrollaba otro capítulo más de la larga historia de desencuentros entre los socios. En el PSOE se festejaba por lo 'bajini' el varapalo judicial al Ejecutivo del que forma parte y los 'cachorros' de las Juventudes Socialistas emprendían una campaña mediática contra las decisiones de la consejera Marina Lombó, la primera regionalista al frente de Educación, siempre en manos del PSOE hasta que en esta legislatura el PRC impuso el cambio.
Quién diría que en el nombramiento de Lombó influyeron sus buenas relaciones con los sindicatos, porque ahora la tienen en el punto de mira. Podemos, relegado en Cantabria a la periferia política, intenta agradar a su socio en el Gobierno de la nación y aporta una clave en este conflicto: 'Que Lombó dimita y su cartera pase de nuevo a manos del PSOE'. De eso nada, replica Revilla.
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