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En política es normal y lógico que se manifiesten discrepancias y diferencias, pero lo que no parece admisible es el uso de la descalificación del adversario y la crispación, porque ello desprestigia el debate político, impide el acuerdo y, en ocasiones, dificulta el propio y ... necesario diálogo. Los proyectos y diseños urbanos que crean ciudad, que ambicionan futuro, que van más allá de lo inmediato, que favorecen el desarrollo económico y el empleo y que proporcionan calidad de vida, necesitan grandes acuerdos políticos y consensos sociales y una importante voluntad y capacidad de gestión.
Pensemos, por ejemplo, en la redacción del Plan General de Ordenación Urbana de Santander porque el vigente es de 1997, al anularse su revisión por los Tribunales en 2016; en la recuperación integral del Cabildo de Arriba, un espacio degradado en el centro de la ciudad; en la definición de usos del frente marítimo en aquellas espacios que fueron portuarios y que hoy se manifiestan abandonados, ociosos o inactivos, integrando esos espacios en la ciudad; en la rehabilitación del edificio que fuera depósito de tabacos en Antonio López; en la reordenación de aprovechamientos en los espacios ferroviarios con la unificación de las estaciones y el traslado de los talleres de su ubicación actual; en una política museística en la ciudad, pensando en el Museo de Prehistoria, en la adecuación del edificio que un día fuera Banco de España y en el Museo de Santander. ¿Por qué en el Museo de Santander, cerrado en 2017, no se piensa como referencia en los Museos de Bellas Artes de Asturias, Bilbao o Sevilla?
Estos son, sin duda, algunos de los proyectos urbanos a los que se enfrenta la ciudad desde hace un tiempo y que se manifiestan como capaces de crear espacios habitacionales, nuevos servicios, dotaciones públicas e infraestructuras en zonas abiertas y significativas de nuestra ciudad, con intervenciones que deben programarse en zonas degradadas o ya urbanizadas de nuestra ciudad consolidada.
Quiero citar un ejemplo sobre el que ya he escrito en otras ocasiones: me refiero al que fuera Depósito de elaborados de Tabacalera, entre las calles Antonio López y Leopoldo Pardo, con fachada a Marqués de la Hermida. El Diario Montañés anunciaba el 22 de septiembre de 2016 que: «la reforma del Depósito de Tabacalera cerrado hace 15 años, se iniciará en 2017» en una primera fase, para iniciar en 2018 las obras de un Centro Cívico. Un día después se anunciaba que allí se instalará la 'Fábrica de Creación', idea que se reafirmaba el 2 de octubre de ese 2016, explicando el sentido y objetivos de esa 'Fábrica'. En el mismo Diario Montañés de 4 de enero de 1918 se leía que el Centro Cívico estaría abierto en la primavera de 2019 y el mismo periódico publicaba el 13 de abril de 2019: «Comienza la construcción del Centro Cívico Castilla Hermida en la antigua Tabacalera», un edificio de 1959 cerrado en 1993, con un plazo de ejecución de las obras de 12 meses.
Los que he citado, son espacios vinculados a nuestro patrimonio urbano y son esos proyectos los que necesitan grandes acuerdos políticos, entre otras cosas, porque están implicadas diferentes administraciones y porque las ideas y propuestas iniciales de lo que en esos espacios se puede desarrollar no siempre son plenamente coincidentes. Por eso es necesario el gran acuerdo. Hablo de proyectos importantes para la ciudad, realizables si hay voluntad política y capacidad de gestión, con inversiones que pueden ser compensadas con posibles plusvalías derivadas de los espacios liberados para usos comerciales o terciarios y con los aprovechamientos habitacionales a desarrollar.
Es más que evidente que decidir qué hacer en esos espacios no puede resolverse de manera arbitraria. La solución para estos grandes espacios tiene que someterse a un debate serio, riguroso y responsable y hacerse en el marco de un gran acuerdo político desde la normalidad en las relaciones institucionales, desde la colaboración entre diferentes Administraciones y con un gran consenso social, así se ha hecho en otras ciudades no muy alejadas de la nuestra, desde el compromiso de estar trabajando en un modelo de ciudad para el presente y para el futuro, pensando en una ciudad dinámica y atractiva, abandonando la inútil autocomplacencia y superando obstáculos administrativos.
Resulta curioso que la tramitación del llamado Proyecto Pereda (remodelación de la sede del banco Santander) supere trámites administrativos con relativa facilidad, mientras que otros proyectos no menos emblemáticos e importantes se vean paralizados por no superar esos mismos o parecidos trámites administrativos.
La necesaria intervención pública en todos esos ámbitos, en la búsqueda de la revitalización urbana, no debe excluir la presencia de la iniciativa privada, más bien al contrario; debe buscarse la complicidad activa de la iniciativa privada. La necesidad de plusvalías que se utilizarán en reinversiones de utilidad pública, será más fácil de obtener si se comparte la intervención pública con la iniciativa privada.
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