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Muchas preguntas y demasiadas frustraciones surgen con la decisión de los países occidentales, encabezados por Estados Unidos, de retirarse de Afganistán y dejar el país en manos de los talibanes y su rigorista aplicación de la sharia, una ley islámica que manipulan para sembrar el ... terror y restringir los derechos de las mujeres que ni siquiera podrán ir a la escuela. Más allá del enorme fracaso de los occidentales, que se une a los históricos de los soviéticos y de los británicos, cabe preguntarse si nadie imaginaba que la carrera de los talibanes por hacerse con el poder en todo Afganistán era cuestión de tiempo. Pero, ¿tan poco?
La corrupción y las luchas por el poder han impedido consolidar al Gobierno establecido con el apoyo occidental. El avance taliban es vertiginoso y tienen ya la capital Kabul en su punto de mira. El pánico se ha apoderado de la población civil que trata de huir del terror que ya impusieron estos terroristas, según la consideración norteamericana. Sobre el terreno causa una gran indignación ver cómo el Ejército afgano, formado y equipado por los países occidentales, entre ellos España, no ha sido capaz de mantener ni defender sus posiciones. Tampoco los señores de la guerra en las provincias con cada tribu de pastunes, hazaras o tayikos, intentando preservar lo que puedan.
¿Quién está armando a los talibanes? ¿De dónde sacan el dinero para disponer del armamento necesario para llevar a cabo su ofensiva relámpago y hacerse con todo el país? El opio ha sido siempre una fuente de ingresos y, ahora, las tierras raras encontradas en las abundantes montañas afganas, mineral esencial para la fabricación de móviles, chips y ordenadores son ambicionadas por muchos países, sobre todo por China, cuyo régimen se ha adelantado a legitimar a los talibanes. Rusia, Pakistán y la India esperan que los nuevos dueños de Afganistán se concentren en consolidar su poder. ¿Y los occidentales? ¿Hay partes secretas en los acuerdos de Estados Unidos con los talibanes? Washington reaccionó con la guerra para implantar la democracia en octubre de 2001 al ataque terrorista de Al-Qaeda contra las Torres Gemelas y el Pentágono del 11-S. Han pasado 20 años con un enorme coste en vidas de soldados de todos los países, sobre todo norteamericanos, y población civil, y miles y miles de millones de dólares que, junto con lo gastado en la guerra en Irak, fueron el origen de la crisis económica y financiera de 2008. La salida de todos los occidentales de Afganistán, deprisa y corriendo como en Saigón, es un ejemplo deleznable y lo que puede pasar en el país con los talibanes en el poder, una vergüenza.
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