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Opinión

La desgracia ajena

Agustín Riveiro

Santander

Sábado, 11 de mayo 2024, 07:38

Las garzas venían observando al hombre construir estanques sobre el manglar. Decenas de árboles eran talados cada día, los nidos construidos encima caían al suelo, y con ellos toda una próxima generación de aves. El cocodrilo pensó que eso le beneficiaba, pues podría comer los ... huevos de las aves. Poco a poco, los hombres convirtieron el manglar en parcelas para criar peces, y el carnívoro se alegró de la situación, mofándose de la desgracia que sobrevino a aquellas aves.

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