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En un pequeño pueblo que vivía del trabajo del campo, se produjo una larga sequía que amenazaba con dejar en la ruina a sus habitantes. Casi todos eran creyentes, por lo que debido a la grave situación fueron a pedirle rogativas, oraciones, triduos y sufragios ... al cura para que Dios mandara la tan anhelada lluvia. El preste, escuchó y dijo: «Está bien, se lo pediremos a Dios. Si bien hay una condición indispensable. Hay que pedírselo con mucha fe». El pueblo aceptó y comenzaron a ir a misa todos los días. Las semanas pasaban y el agua no caía. Ni siquiera se veían nubes.

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