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Cuando alcancé el uso de razón política me identifiqué con la democracia cristiana de Ruiz Jiménez. Al dispersarse sus fuerzas y clausurar 'Cuadernos para el Diálogo' inicié un largo periplo por la periferia sin que consiguiera encontrar el nido perdido..., hasta que aterricé en la ... democracia cristiana alemana, para entonces dirigida por Angela Merkel. El CDU había jugado un papel fundamental en la transición alemana del nazismo a la democracia, así como en la creación y desarrollo de la Unión Europea; supe entonces que mi sitio seguía estando en la opción original: superación de la lucha de clases mediante la conciliación de capital y trabajo, en un ámbito de democracia representativa. Solo que en USA, donde llevo residiendo más de 30 años, no existe la democracia cristiana y en España tengo la sensación que tal partido tiene un único militante, Javier Rupérez, que por cierto vivía y vive en Washington. Lo conté en El Diario Montañés en su día ¡lo que se ha perdido España!
La retirada de Merkel ha puesto de manifiesto que en el seno de la alianza democristiana (CDU/CSU) se alimentan los mismos intereses partidistas desbocados que están llevando a la ruina al sistema democrático en la mayoría de países occidentales. Lo cual ha hecho que me sienta huérfano. Conste que, por otro lado, tengo un considerable respeto por la social democrática alemana, particularmente por Billy Brand que crió a sus pechos a Felipe González; Scholz es un político de altura y se dice continuador de Merkel, pero no está en el partido de ésta sino en el SPD..., y en los partidos socialdemócratas queda siempre un rescoldo de frentismo clasista que cuelga sobre sus cabezas como espada de Damocles (véase el PSOE). En cuanto a los Verdes, me gusta su apuesta decidida en favor de una Unión Europea cada vez más integrada y su decidido apoyo al ecologismo, pero me preocupan sus resabios izquierdistas. El partido liberal (FDP) defiende políticas económicas ortodoxas, pero sirve de contrapunto a los otros dos.
Con esto quiero decir que un gobierno tripartito es lo que ahora puede convenir a Alemania, dada la crisis de la democracia cristiana, pero dicha crisis no es menos preocupante. El riesgo de que el CDU se escore a la derecha, para frenar el crecimiento de Alternativa por Alemania (partido compadre de VOX), puede ser contraproducente y, si no lo hace, el brazo derecho socialcristiano -el CSU- puede caer en la tentación de romper una alianza que ha durado más de 70 años. De momento Marcus Söder, líder del CSU, pretende ser el nuevo líder de la alianza; lo cuál sería una concesión que, las dos veces que ha ocurrido con anterioridad, nunca ha funcionado a nivel electoral.
Curiosamente, Söder apuesta por la resolución del problema alemán más candente: el liderazgo en tecnología punta. Este liderazgo, que ha sido incontestable durante muchos años, ha sido puesto en cuestión por la revolución digital no solo en Alemania sino en toda la UE. Tanto si hablamos de fibra óptica o de teléfonos móviles, del desarrollo de la red y de las inversiones en Inteligencia Artificial o tecnologías verdes, en todos estas categorías serán los jóvenes emprendedores y sus empresas los que van a llevar la voz cantante en el futuro. Esto será así porque los problemas que se avizoran en el horizonte van a requerir innovaciones tecnológicas que hoy desconocemos, realizadas por empresas que hoy están en ciernes. Es el apoyo a estas empresas, más que a las grandes corporaciones existentes, lo que va a salvar el partido. De momento, Silicon Valley, New York o Londres (de este lado del mundo) y Shenzhen, Taiwan, Seúl o Tokio (del otro lado) van ganando por goleada.
Estamos asistiendo a un fenómeno del mismo tenor en el terreno de la política, donde la clásica división izquierda/derecha está siendo superada por la división entre edades. En Alemania, tanto el CDU/CSU como el SPD son partidos tradicionales, con votantes mayores de 30 años; los partidos jóvenes son los Verdes y los liberales (FDP), a estos les corresponderá promover las nuevas tecnologías en la futura coalición. A menos que la UE se capacite para competir con Cima y USA su influencia en el nuevo orden mundial se verá disminuido. Aquí es donde el papel de Alemania sigue siendo crítico, porque es el principal motor económico de la UE. Si este motor se gripa ¡tenemos un problema! Pues bien, ese motor lleva tiempo emitiendo ruidos extraños; como por ejemplo un considerable retraso en la digitalización de las instituciones públicas. Da la impresión de que las empresas tecnológicas alemanas se han dormido en los laureles y no se les ocurre mejor solución a su evidente retraso que presionar al gobierno para que frene a los jóvenes emprendedores, que amenazan con echarles a un lado. No solo en Alemania ¡claro!
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