'Ha pasado un Ángel'

Cuando el hijo hablaba, nos animaba a repasar las historias de los grandes líderes del pasado, recordando a su vez cómo su padre se afanaba por contar esas historias a sus hijos. Decía Ángel que los líderes conquistan confianzas y construyen lealtades. Y que el mayor peligro para ellos sería el ansia de remuneración, imagen o poder (cuyo acrónimo es RIP, por cierto). Una mala dirección podría llevar a una persona a venderlo todo por conseguir el poder. Una persona íntegra sabrá en cambio que el poder es solo el precio a pagar (por la responsabilidad que supone) para poder cumplir grandes sueños.

No hay mejor manera que aprender que la del ejemplo. Decía Pablo VI que el mundo necesita más testimonios que maestros. Leamos biografías. De líderes, héroes y santos (recomendación personal: la de Teresa de Ávila, que hoy sería una gran presidenta). Las historias, leyendas y moralejas son las que mejor apuntalan los valores de una nación, una empresa, una sociedad. Soy un férreo defensor de las historias: hacen que el conocimiento nos llegue no a la cabeza, sino directo al corazón. Y siempre ha sido el corazón el que ha diferenciado a los dos grandes tipos de dirigentes de la Historia. El buen o mal corazón es el que ha distinguido a los líderes de los dictadores.