Años numerosos
CANTABRIA POSITIVA ·
Sobre la extensión de la vida individual e institucional como indicador de progresoSecciones
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CANTABRIA POSITIVA ·
Sobre la extensión de la vida individual e institucional como indicador de progresoEn 1669, el capuchino Robert de Dreux acompañó al embajador del rey francés Luis XIV ante el sultán de los turcos en su viaje oficial a Grecia, en poder de los otomanos (que asediaron Viena 14 años después aprovechando que el hombre de Versalles hostigaba ... por occidente a los Habsburgo). El fraile, que luego escribió un relato sobre cómo se veía la legendaria Atenas, encontró que la fórmula habitual de saludo entre los griegos de entonces era: 'Pollá ta eti', 'que tus años sean numerosos'. Esto si damos por buena la traducción francesa; si nos vamos derechos al griego podría ser simplemente 'muchos años', quedando implícito el 'le deseo', como cuando decimos 'buenas tardes' y se sobreentiende el 'tenga usted'.
Si el ser humano viviera 200 años, habría hoy cántabras y cántabros con recuerdos a partir de 1825, quizá compañeros de cole de José María de Pereda o Marcelino Menéndez Pelayo o Augusto González de Linares. O estarían estos mismos con nosotros. Recordarían una infancia de guerras civiles carlistas, espadones progresistas, espadones conservadores y guerras coloniales. Recordarían también la gran desgracia de que hubiese muerto luchando contra Napoleón tanta gente que, de no ser acribillada a bayonetazos como los castreños en la francesada, hubiese vivido para conocer el teléfono móvil y ver el gol de Iniesta.
Otra cosa es que haya quien parece que tiene doscientos años encima. Que a lo mejor la naturaleza ha querido primero experimentar con el alma antes de largarle tantos años al cuerpo. En cualquier caso, la extensión de la esperanza de vida se ha tomado como uno de los principales indicadores de progreso de la humanidad. Ahí se da por supuesto que es una vida también mejorada en calidad (vivir muchos más años con el mismo dolor de muelas es casi un problema teológico): esto implica servicios sanitarios, educación, promoción económica, comodidades cotidianas para comunicarse o para fregar una cazuela. La esperanza de vida de un cántabro al nacer ha subido en democracia seis años hasta casi tocar los 80.
Si la ciencia consigue que esa extensión resulte aún más significativa, la carrera espacial y la colonización de otros mundos pasará de la ciencia-ficción a los programas electorales, pues será la única alternativa al riesgo de superpoblación o, también inquietante, de pérdida de interés en la reproducción. Las civilizaciones pueden extinguirse por aburrimiento existencial.
Dado que las unidades políticas no son eternas, sino históricas (esto de Cantabria y de España, o de Lombardía e Italia, o de Turingia y Alemania, o del Buckinghamshire e Inglaterra, o del Ática y Grecia no ha existido siempre y cabe razonablemente imaginar que en un futuro remoto será otra cosa también), el 'pollà ta eti' que les dirigimos es como una especie de salutación del ciudadano a la comunidad de inserción. Aún hay muchos cántabros vivos que conocieron una época en que no existía el estado de Israel, sino el mandato británico en Palestina. De hecho, no existían quizá el 80% de los estados que actualmente se sientan en Naciones Unidas. Tendemos a infravalorar la fluidez geopolítica y la capacidad del harén del rey de Tailandia. Sea como fuere, una buena gestión tiende a cumplir el deseo de «muchos años». En Cantabria llevamos ya casi 39 años de autonomía y sería feliz ocasión poder desearle, y no por mera cortesía social, sino por sólida convicción civil, el 'pollà ta eti'.
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