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Atención, RAE, que no hay lunes sin empuje para ensanchar el diccionario con un nuevo invento verbal. 'Antefeméride', femenino, dícese del periodo de preparación de las conmemoraciones propias de una efeméride.
La palabra es oportuna y útil. Los lenguajes nunca se han creado con la ... Navaja de Ockham, que dice que no hay que multiplicar los entes más allá de los necesario; por el contrario, un idioma es una fiesta de redundancias y lujos, pues afortunadamente no ha sido creado por lógicos ni por matemáticos, ya que en otro caso se hubiera cercenado la existencia de la retórica y de la poesía.
Útil, porque, cuando llega el día de la efeméride, o se ha preparado algo de antemano o la cosa queda un poco churro y amontonada. De ahí los encargos previos, en el periodo de antefeméride, de libros, bustos, exposiciones, vídeos, logotipos, conferencias...
Así que hay que decir con tiempo que en agosto del año venidero se cumplen 90 de la inauguración por el Jefe del Estado de España del homenaje en Reina Victoria al periodista, poeta y dramaturgo José Estrañi, que fuera director del diario 'El Cantábrico' y figura relevante del Santander de la Restauración. Cuando Niceto Alcalá Zamora inauguró aquel monumento, había una efigie en relieve de Estrañi, que desapareció durante la Guerra Civil. Pero existen al parecer fotografías y no costaría mucho, como ha sugerido en alguna ocasión Manuel Ángel Castañeda, presidente del Ateneo, encargar a escultores locales una réplica.
Se habla de «deber de memoria», pero no cuidamos lo que ya teníamos para recordar. Santander le debe mucho a la figura de Estrañi y debería considerar la rehabilitación del monumento. Convendría contextualizarlo informativamente, pues no cabe esperar que el viandante medio sepa quién era este periodista. Y nos sobra la placa que, con ocasión de una rehabilitación anterior, incompleta, pondera el nombre del entonces alcalde, Juan Hormaechea. Va llegando el momento en que Santander recuerde a este alcalde no en placas de ocasión, sino con un reconocimiento generoso y propio, centrado en lo positivo del legado y olvidando piadosamente el resto. No es obligatorio que la iconografía urbana sea solo de santos.
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