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Hoy quiero hablarte del comunismo. En mi caso, cada vez que oigo esta palabra se me erizan los pocos pelos que tengo. Según la Real Academia el comunismo es un movimiento y sistema político del siglo XIX basado en la lucha de clases y en ... la supresión de la propiedad privada de los medios de producción. Ahí es nada. Es un mundo idílico en el que, si tu situación personal, profesional, económica y/o social no es favorable, proporciona una gran atracción. Sientes que puedes estar integrado en un sistema que, en teoría, facilita el que todos seamos iguales en derechos y obligaciones, que no hay acumulación de riqueza por parte de nadie, como pretendía Marx y que el capital no explota al trabajo.
Insisto, si partes de esa base tenderás hacia esta visión de la vida política y social y todos los mensajes que te trasladen te parecerán maravillosos, sin darte cuenta de que es demasiado bueno para ser verdad.
Si el comunismo fuera real no tendría que haber líderes; al final el líder es un beneficiado no es un servidor, eso es mentira, es una casta privilegiada y que sabe venderse muy bien; si tú eres de los de abajo te van a hacer sentir como si fueras de los de arriba, pero ellos están arriba, tú no. Se supone que no existe propiedad privada, da igual lo que hagas, porque el fruto de tu trabajo no lo vas a poder disfrutar.
Pero, viendo el resultado en la historia de la humanidad, desde que Marx y Engels escribieron su 'Manifiesto comunista', se sabe que esto no funciona, porque tiene que haber producción para que podamos vivir, comer, viajar, tener sanidad y, sobre todo, para que haya impuestos que permitan que funcione lo público, que es en lo que se basa, esencialmente, el comunismo. Claro que si queremos suprimir esa propiedad privada que, en el fondo, es a lo que aspira el comunismo, ¿de dónde vamos a conseguir los ingresos para mantener el Estado y a sus ciudadanos?
Cómo podemos ser tan torpes de dejarnos engañar por esos fuegos fatuos del paraíso de la igualdad que, al final, se convierte en la dictadura del que no quiere que los demás piensen, fundamentalmente para que no se den cuenta del engaño brutal que padecen.
No lo puedo decir más claro: el comunismo es una farsa, es una gran mentira, es una droga que satisface a la mediocridad y a quienes desprecian a los que triunfan. De hecho, el comunismo, sería el marco perfecto para un envidioso, para un vengador de tiempos pasados y sufridos y que con el poder se toma la justicia por su mano. La vida es sueño y el comunismo sueños son.
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