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Acabamos de cerrar un año marcado por la invasión de Ucrania. Una guerra terrible, que ha condicionado la situación de toda Europa, especialmente de los países que más refugiados han acogido, como Polonia o Hungría, pero que también ha afectado a Cantabria.
No hay nada ... que justifique la acción criminal del presidente ruso, pero sí hay lecciones que podemos sacar de la reacción frente a la violencia.
En primer lugar creo que merece la pena destacar la dignidad de todo el pueblo ucraniano. Su capacidad de resistencia ante la agresión. Privados de electricidad o de agua en los periodos más duros del invierno, la mayoría de los ciudadanos están dispuestos a perder la vida antes que la libertad. Eso es lo que marca la diferencia en la lucha frente al invasor. Tienen una causa por la que luchar.
Después de ello, esta guerra ha sacado a la luz lo mejor de Europa, de los ciudadanos europeos. Al margen de ideologías o de diferencias sociales, miles de personas han hecho hueco en sus propias casas para acoger a los refugiados ucranianos o han facilitado medios para que puedan comer o trabajar. Es llamativo el hecho de que en Polonia, con más de un millón de ucranianos, no haya campos de refugiados. La mayoría están alojados en casas particulares, están integrados en un hogar.
Frente a quienes solo ven el lado negativo de las cosas, la acogida a los refugiados en Europa, también en Cantabria, ha sido ejemplar. Dice mucho del espíritu de hermandad que se ha creado, de cómo no tenemos miedo a abrir las puertas de casa a quienes comparten unos mismos valores, a quienes forman parte de Europa.
Hace pocos días el Ayuntamiento de Santander organizó un minuto de silencio por la paz, que ha contado con la participación de refugiados de Ucrania. Se trataba no solo de manifestar la cercanía, sino de animar a la recogida de material para el país. Necesitan pastillas potabilizadoras, barritas energéticas, sacos de dormir, ropa térmica, linternas, baterías móviles, mecheros... Para poder recoger las donaciones de los vecinos, el Consistorio ha puesto a disposición unas instalaciones en el Mercado de México.
Muchos de esos refugiados ucranianos en Cantabria han sido acogidos con atención por organizaciones sin ánimo de lucro o por vecinos particulares. Se ha creado una red de solidaridad que les ha facilitado la vida durante estos meses de guerra. Y todo ello en un momento económico muy difícil en España.
Me quedo con estas acciones concretas, con las personas o instituciones que no se limitan a lamantarse, que tratan de poner los medios para ayudar y facilitar la vida a los demás. Pero también me quedo con todas las iniciativas que facilitan la relación, que animan al diálogo con los demás, tanto en una comunidad de vecinos, como en un ayuntamiento o en el gobierno de un país. Los conflictos se solucionan con el diálogo, con la colaboración. Y nunca con el odio, con una contraposición que puede atajar problemas a corto plazo, pero que no construye una paz duradera.
Luchemos en 2023 por ese diálogo y ese encuentro y entrega a los demás.
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