Secciones
Servicios
Destacamos
Empecemos por dejar claro que, en mi opinión, Sánchez ha cometido ahora el mismo error que Aznar cometió con la guerra de Irak: no consensuar con la oposición tan vital asunto de Estado. Con una diferencia, mientras Aznar se situó en el lado equivocado de ... la historia creo que Sánchez ha elegido el correcto. Sé que es una opinión que pocos comparten en España; quizá porque resido en Estados Unidos veo la cosa de distinta manera.
El conflicto entre Marruecos y Argelia hace ya mucho tiempo que se veía venir; pero ha llegado a un punto en que ambos países exigen a sus vecinos que tomen partido. Dada la vecindad de España con los dos, el actual gobierno se ha visto entre la espada y la pared. Pienso que la opción de ponerse de lado y seguir practicando la huida hacia delante, a partir del momento en que Estados Unidos había tomado partido por Marruecos, secundado por Egipto, Israel y, de forma más cauta, por las monarquías de Arabia, no tenía ya mucho futuro. Las cosas así, el gobierno de Sánchez ha apostado al potencial caballo ganador; pero es que, además, resulta ser el caballo de Occidente.
En efecto, el conflicto entre Argelia y Marruecos puede llegar a convertirse en una nueva guerra de Ucrania. De momento, el partido de Argelia es defendido por Rusia y tampoco es baladí que el Frente Polisario sea confesadamente pro-ruso. El Sahara occidental es el territorio en juego, como lo es el sur y este de Ucrania en la susodicha guerra. Territorios estratégicos en los que, por diferentes motivos, les merece la pena competir. Visto el paralelismo entre la situación de Ucrania y la del Sahara, en absoluto debe descartarse una derivada bélica.
Me imagino que todos estos elementos estuvieron sobre la mesa de Sánchez a la hora de decidir el giro dado en la política exterior española.
Lo cierto es que su posición tradicional era cada vez más precaria y estaba dejando a España del lado de Argelia, Rusia y Polisario. Teniendo en cuenta que en la Segunda Guerra Fría Europa se ha alineado con EEUU y contra Rusia, está claro con quién se alineará Europa si el conflicto Argelia/Marruecos se agrava a los extremos indicados.
Puede argumentarse -y lo respeto- que el gobierno español debiera haber esperado a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos y tomar entonces esta decisión, que a los ojos de los españoles aparece hoy como precipitada. Como siempre, una cosa es lo que debiera hacerse y otra, muy distinta, lo que debe hacerse porque no se tiene otro remedio. Que en política la mayoría de las veces hay que elegir el mal menor entre dos grandes males, es un tópico muy gastado; pero la realidad que estamos viviendo prueba una y otra vez su dolorosa vigencia. Ya hablemos de las decisiones financieras que se tomaron entre 2008 y 2012, ya nos fijemos en las medidas de salud pública durante 2019-22, ha sido imposible ponerse de acuerdo sobre su idoneidad; pero a casi nadie se le escapa que se estaba eligiendo entre dos grandes males.
¿Se ha precipitado, si no equivocado, Sánchez? Sobre si se ha equivocado o no, habrá que esperar al veredicto de la historia, quizá sin que pase mucho tiempo. Sobre la precipitación sí me atrevo a opinar, con todas las precauciones del caso, opino que no. Por lo que sabemos de las maniobras que viene haciendo Marruecos respecto al Sahara, estaba en posición de apretar el nudo corredizo al gobierno español hasta extremos insoportables y no se ha privado de hacerlo; de la forma más visible en Ceuta y Melilla, y de mayor calado en el terreno económico. Había que tomar una decisión más pronto que tarde y se tomó con todas las consecuencias.
La equivocación, ya digo, ha sido no llevar el asunto al Congreso y consensuar la respuesta con la oposición. Y aquí me remito a la época de Aznar: entonces, como ahora, llevarlo al Congreso hubiera garantizado la imposibilidad de llegar a cualquier acuerdo y mucho más ponerlo en práctica. Fíjense en lo que ha pasado con el asunto Pegasus. ¿Imaginan lo que hubiera ocurrido con este? Ya he lamentado otras veces la falta de consenso en cualquier asunto de Estado. Especialmente en política exterior, este talón de Aquiles de la política española viene haciendo mucho daño. Un gobierno Sánchez que se ha caracterizado por incurrir en una calamidad tras otra en política nacional, se venía distinguiendo por sus aciertos en la Unión Europea en general y en Bruselas en particular. Desde González-Solana no recuerdo una política exterior más eficaz; pues bien, se está estropeando todo con las patas de atrás del gobierno, la oposición y medios de comunicación, salvo raras excepciones.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.