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«Cuando escribes te desnudas», decía un amigo del alma y añadía con afecto, «quizá te desnudas demasiado». Se trata de esos amigos que tan sólo disfrutas de vez en cuando porque la vida es como es, pero que bien sabes que él pertenece a ... tu reino, que te tiene y que le tienes para lo que haga falta.
Me lo decía obviamente con cariño y advertencias, «tienes que decir con menos claridad de qué pie cojeas», sentenció. Intuí en ese momento el porqué de su preocupación porque conoce en carnes propias la gran repercusión de lo que dices con eso de las redes sociales, que son albergue apropiado para el cobarde insultador o para el malicioso, pero en mi opinión, nada hay más elegante y satisfactorio que conceder espacio al discrepante, aún puñetero, en aras de la bendita libertad de expresión de que disfrutamos.
Por una vez entonces no estoy de acuerdo con su consejo. Con los amigos se discrepa con facilidad y eso rompe la monotonía, aviva la discusión, pero nunca rompe el cariño. El que coge la pluma y da rienda suelta a su pensamiento debe de ofrecerlo sincero para ponerlo en valor. Efectivamente, al escribir libre se puede ver perfectamente hacia donde uno está escorado pero no importa. La 'cojera' se percibe mejor en su estilo de vida, en la tendencia de su compromiso social, en la defensa de valores definidos y en su trayectoria personal, que sumados, le dejan sin ropa.
Obviamente un cargamento en mochila propia que albergue: cultura, decencia, buena intención y sinceridad libre, en mi opinión hace de lo escrito algo posible para compartir y ahí está el quid porque si quieres englobarlo en un partido político posiblemente no lo encuentres y necesites de varios para acoplar tu ideología.
Eso te hace más libre, lo que no deja de ser un abuso, porque es una concesión que te dan los años, diría que los muchos años, porque con ellos se obtiene un certificado plagado de cuños de frontera y cicatrices de vida que permiten saber muy bien lo que es importante y lo que uno debe de hacer para defenderlo.
En ese momento, ya no está el dinero en primer lugar de las apetencias, ni el qué dirán, ni el qué y cómo me veo mejor o el más guapo. Ya son otras cosas las que importan. Por ejemplo: a medida que los años llenan mis alforjas me hago más patriota en todo, porque veo bien lo sucedido: en mi nación que tanto esfuerzo costó construir, en mi casa que tanto esfuerzo costó levantar, en mi familia que tanto esfuerzo costó cuidar, en mis amigos que tanto esfuerzo costó seleccionar.
Nunca hay tiempo suficiente para expresar en papel el pensamiento o las ideas, ya me gustaría explicarlo bien, porque estos día toca desnudarse de nuevo a pesar del frío. Del frío que da el escuchar a los que quieren con ingratitud miserable parcelar nuestra nación, a los que acercan asesinos para liberarlos delante de sus víctimas, a los que niegan el Descubrimiento desde aquí o allende los mares, a los que insultan nuestras instituciones, a los de siempre.
Ahora toca la Iglesia, que repite en el sorteo, antes la monarquía, la familia o las instituciones: el ejército, la policía, los jueces...., y no se cansan. Duros momentos en mezcla fatal: tiempos difíciles para la salud y la economía con políticos mediocres empoderados en combinación desgraciada. Un baile endemoniado.
Los casos de pederastia en la Iglesia deben de ser especialmente investigados pero aceptando que suponen el 2% de todos los casos, ¿y el 98% restante? Esa conducta nauseabunda tiene que ser investigada sin fecha de prescripción y en su totalidad. Cuando se trate de miembros de la Iglesia o de la enseñanza además habrá que ser especialmente exigentes y los católicos deberemos de estar los primeros ajustando los grilletes y tirando las llaves porque sumado a la ley que nos hemos dado vulneran y mancillan la ley de Dios. Pero sin olvidar que la institución es la misma que acude en ayuda del desfavorecido o del que pasa hambre o del que sufre, la misma que ofrece a la sociedad el sacerdocio de personas generosas, humildes, entregadas y vocacionales que nada tienen que ver con la pederastia o la maldad sino que velan muchas veces por la educación de nuestros hijos desde miles de colegios y universidades. Si algunos de ellos son unos golfos: cogotazo, tentetieso y maldición gitana. Caiga sobre ellos y sobre todos los demás el peso de la ley y del desprecio sin excepciones. Así sí.
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