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He de decirle que no soy mucho de mostrar banderas, ni de adscripciones públicas, lo que soy, mis orientaciones de cualquier tipo, las saben las personas que me conocen bien porque me quieren, para el resto, en ese sentido demostrativo de banderas o ideologías, no ... necesito exhibirme. Pero sí que quiero ahora remarcar un aspecto que, desde el mundial de fútbol que ganó España, ha venido ocupando mis pensamientos de vez en cuando.
Parto de una base, que siempre siento, y es que el mérito de nacer donde he nacido no es mío, ha sido absoluta casualidad; mi espíritu, mi alma, lo que vengo siendo, podría haber nacido en Florida, en Moscú, en Maputo o en Reinosa, donde nací. Pero como lo cortés no quita lo valiente y además me encanta la sana competitividad, me gusta sentir los colores del equipo de mi nación cuando compite con otras. Dicen los sociólogos que la nación la define el territorio, el idioma y la religión (salvo del territorio, que es único, del resto cada día hay más). Ese sentimiento patrio en competiciones deportivas es emocionante, incluso hay personas que lo sienten de modo más especial al pensar que podrían haber sido ellas mismas Nadal, Gasol o Casillas.
Pero sólo sacamos las banderas cuando hay enemigos e interpretamos que es un enemigo común. Siempre que competimos contra otros somos únicos; lo vivieron nuestros antepasados en la guerra de la Independencia contra los franceses. También somos aguerridos cuando competimos con nosotros mismos, como en la otra guerra, la Civil. Por eso en este mundo de banderas, que siempre son exclusivas y excluyentes, con 17 estandartes autonómicos, independentistas y exclusivistas, sólo es posible conseguir la igualdad (y gualda) cuando nos enfrentamos a otras naciones y sacamos pecho y bandera con la nuestra. No me extraña que esto sea así, ya lo dicen los astronautas, cuando viajan al espacio, la Tierra aparece sembrada de banderas, por doquier, las fronteras son evidentes y se nos escucha hablar en idiomas diferentes... Por cierto, en EE UU, China o Francia ¿cuántas banderas distintas de las nacionales se ven? Ninguna, es la respuesta. En España sólo sabemos que estamos aquí cuando once compatriotas juegan mejor que nadie. Es lo que tenemos.
Para mí las banderas, ya que existen, debieran ser el elemento diferencial de un grupo de personas que comparten una visión muy parecida de la vida y, mal que les pese a algunos, quienes hemos viajado por toda España, en el fondo sentimos que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa, pero cuando los separatistas viven de diferenciarse, para ser algo en política y gobierno, acabamos todos enfrentados por un pedazo de tela y cuando se hace jirones es muy difícil recomponerla.
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