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La duda queda planteada entre el perdón piadoso, porque no saben lo que hacen, o la exigencia de responsabilidades por el atentado potencial y evidente contra el patrimonio de Santander. Sea por acción, omisión, desconocimiento o porque lo bueno que tenemos en la ciudad le ... importa un huevo, el Ayuntamiento permitió la instalación del escenario de los Baños de Ola sobre un instrumento astronómico excepcional, la Tierra Paralela o Bola del Mundo de los jardines de Piquío. Puesto que no existe una placa explicativa, como suele ser habitual, es posible que quien pasee por la zona mire sin saber lo que ve y no repare en que ese globo labrado en piedra caliza, construido de una sola pieza con finura y precisión, es una maravilla histórica, artística y práctica casi desconocida, un monumento vivo diseñado de tal manera que su eje coincide con el terrestre.
En su superficie se dibujan los océanos, los continentes, los meridianos, la eclíptica o los signos zodiacales. Dado que su eje norte-sur es el verdadero, en su parte superior se encuentra Santander, el lugar en el que está situado, y su eje polar, paralelo al del planeta, le da nombre al ingenio. Según Astrocantabria, la Bola del Mundo es «una pequeña Tierra unida a la Tierra real, de modo que ambas siempre guardan la misma orientación en el espacio». Es la razón por la que, durante el día, el lado iluminado de la esfera de Piquío muestra exactamente los puntos de la Tierra en los que luce el sol y la zona sombreada donde es de noche. Esta joya en roca funciona también como un reloj solar esférico, distinto a los habituales, ya que es el terminador, la línea fronteriza entre la luz y la sombra, el que señala las horas en las marcas talladas en el ecuador.
La suposición amable hacia los responsables del montaje del artilugio de hierros que amenazó la integridad de la Tierra Paralela, convenientemente ocultada, es la de la ignorancia. Una hipótesis distinta sería grave, aunque cualquier barbaridad es posible en la ciudad que contempló el derribo de uno de los teatros más emblemáticos de España, el Pereda, y mira hacia otro lado cuando mutilan salvajemente las ramas de los árboles que estorban a los tenderetes de temporada. La buena noticia es la recuperación de los Baños de Ola, si bien la visión de Piquío semejaba a ratos la de una mala verbena de pueblo, excesiva en fritanga, vulgaridad y decibelios y escasa en la elegancia de antaño. Todo puede y debe mejorar, pero váyanse con la música a otra parte y cuiden y pongan en valor -o dejen en paz, al menos- a la Tierra Paralela, nuestra Bola del Mundo.
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