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Hoy día cuatro de enero de 2020 se cumple el centenario de la muerte de uno de los mejores escritores en lengua española Benito Pérez Galdós. El entierro se efectuó al día siguiente, el cinco. Fue una manifestación masiva de gente que despidió al ... mejor novelista de lengua española después de Cervantes. Recojo lo que dijo la prensa de esos días: ABC comenta cómo inmediatamente el Ayuntamiento de Madrid ofreció sus instalaciones para depositar en ella los restos del escritor, por cuya capilla ardiente pasaron multitud de personas, entre ellos el ministro de la Gobernación y más tarde el presidente del Consejo y los ministros de Gracia y Justicia, Estado y Fomento, acompañados del alcalde de Madrid. Los miembros del Gobierno en representación del Rey de España. Miles de personas del pueblo madrileño desfilaron ante los restos mortales del que con tanto acierto describió a aquella sociedad, tanto a las clases altas, como sobre todo a los pobres y desamparados. Las crónicas de aquellos días recogen cómo las mujeres del servicio doméstico y otras aclamaron al que las había descrito tan bien en sus novelas.
A las tres de la tarde del 5 de enero de 1920 salió su féretro desde el Ayuntamiento camino del panteón familiar de los Hurtado Mendoza-Pérez Galdós, en el cementerio de la Almudena, dónde siguen hoy en día. Una muchedumbre esperaba a las puertas y le acompañó durante el recorrido. La caja fue trasladada desde la capilla ardiente a la carroza a hombros de Rafael de Mesa, Prudencio Valdeolivas, Gerardo Peñarrubia, Pedro Cortabarría, Juan Medialdea y Juan López, amigos y antiguos servidores del finado. Durante el trayecto la comitiva fue aclamada numerosas veces. Al llegar a la Plaza de la Independencia se dio por terminada la ceremonia oficial, continuando la carroza, acompañada de numerosos vehículos, hasta el cementerio. Allí le esperaban el ministro de Instrucción Pública y el alcalde de Madrid. Tanta gente acudió al cementerio de la Almudena que el paso de la comitiva fúnebre se hizo muy lento hasta que ya anochecido cayeron las primeras paletadas de tierra sobre el ataúd de tan glorioso escritor. Se sumaron al duelo muchas de las sociedades culturales y económicas del país y en distintas ciudades de España, entre ellas Santander y las Canarias, manifestaron actos de duelo por tan sensible pérdida.
Galdós es sin duda el mejor narrador en lengua española después de Miguel de Cervantes. Es verdad que hay otros grandes narradores en el siglo XX como Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, Miguel Delibes, Camilo José Cela, pero sin duda Galdós los supera a todos por su estudio del ser humano, podríamos decir en casi todos los aspectos, por la cantidad ingente de su obra y por la perfección de su estilo. Dejando a un lado los 'Episodios Nacionales', las obras de teatro y otras narraciones menores, me quiero centrar en sus novelas. Pues si sus novelas primeras, llamadas de tesis, se resienten en gran parte de la ideología crítica de la sociedad, lo que en algunas ocasiones hace perder la frescura de su estilo, en las demás brilla como maestro indiscutible de la narrativa en lengua castellana. Montesinos llama malas novelas a aquellas primeras, sin embargo, en mi humilde opinión, hay en ellas una belleza literaria innegable. Menéndez Pelayo en su discurso de contestación en el ingreso de Galdós a la Real Academia, señaló que en aquella época el problema religioso preocupaba mucho a algunos escritores y por eso tiene su reflejo en las obras noveladas de Galdós. Así tenemos a otros escritores de la época, Alarcón, que trata los casos de conciencia en religión y moral con su novela 'El escándalo'; en este sentido y de manera más moderada escribe Pereda sus novelas de costumbres y Valera las sicológicas.
Una vez llegado a Madrid para estudiar Derecho, siente poco interés por los estudios y alterna en teatros y rincones perdidos de Madrid. Asiste al Ateneo, que en esos momentos estaba en la calle Montera, y allí conoce, entre otros intelectuales de distintas tendencias e ideologías, a Marcelino Menéndez Pelayo, con el cual le unirá cierta amistad, a pesar de algunas confrontaciones, dada su ideología opuesta. Galdós, harto de los veranos tórridos de Madrid buscó en el frescor cantábrico de Santander unos veraneos más apacibles. Entabló también amistad con Pereda y le mandaba a veces sus novelas para que éste le diera su opinión. En concreto la novela 'Marianela', que sucede en tierras de la entonces provincia de Santander, en imaginarios parajes de las minas de Reocín. Esta novela Galdós se la presenta a Pereda como «un verdadero adefesio», según sus palabras. Sin embargo, Pereda tiene sobre ella una alta valoración, lo mismo que Menéndez Pelayo. La prueba está en que se hacen varias ediciones y más tarde es llevada al teatro con una gran intérprete de Nela, la protagonista: Margarita Xirgu. Entre las novelas que tienen como escenario las supuestas costas de Santander está 'Gloria', en alusión a la ensenada del Camello en La Magdalena. Hace unos meses se le ha comenzado a recordar con la proyección en el Ateneo de la versión televisiva de 'Fortunata y Jacinta' durante varios lunes. Multitud de personas asistimos a los comentarios que el profesor de Historia del Cine de la Complutense, José Luis Sánchez Noriega, alumno mío de Villacarriedo, tuvo con el magnífico director de cine Mario Camus, autor de esa espléndida serie que años atrás nos cautivó a todos. Ambos, Mario y José Luis, cántabros beneméritos.
La ciudad de Santander siempre estará en deuda con este gran escritor. Y por eso quiero recordar aquí a nuestro querido y añorado Benito Madariaga de la Campa, fallecido recientemente y que tanto estudió la figura de Galdós en Santander.
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