Bibliotecas

Una gran parte de lo publicado no se podrá leer en las pantallas digitales. Hace unos días releía 'Sejos del confinamiento', del inolvidable escritor e intelectual Emilio de Mier, libro publicado en 19840. ¿Lo encontrarán los lectores jóvenes dentro de unos años? Algunas bibliotecas públicas lamentarán algún día el patrimonio ahora accesible pero que está a punto de desaparecer.

Conozco casos de donaciones de libros por particulares que no encuentran la acogida esperada. Pienso sobre todo en las bibliotecas de reciente creación, que son las más limitadas. Me gusta el ambiente de la biblioteca. Hay un silencio relajante de lectura y estudio sólo interrumpido por las entradas y salidas de los usuarios. Es un escenario que me devuelve el optimismo en unos tiempos en los que prima la cultura de la imagen. También porque representa la metáfora del aprendizaje, del esfuerzo, de la preparación. Se ve a muchos jóvenes extendiendo sobre la mesa libros, abiertas las carpetas, hojas de apuntes con subrayados coloreados, tabletas… Estarán preparando alguna asignatura, alguna oposición con fecha incierta. Algunos hacen un receso para fumar un cigarro o hacer una llamada y vuelven a la silla y al estudio. La esperanza dibujada en sus sueños de un mañana próximo.

Cuando llegue y hayan conseguido trabajar en aquello que persiguieron, habrá quienes digan de ellos: qué suerte tuvieron, desconociendo las horas de estudio y las renuncias para lograrlo. La situación me recuerda a los deportistas que ahora mismo están entrenando anónimamente en oscuros pabellones, en frías pistas de atletismo, en desolados campos pensando en Tokio 2020. Algunos obtendrán la ansiada medalla y serán admirados y envidiados por muchos que desconocerán la soledad del corredor de fondo.