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La historia de España se ha escrito, en demasiadas ocasiones, con la pluma de la injusticia, el olvido y la ingratitud. En Cantabria no hemos sido ajenos a ese desapego hacia nuestros hombres ilustres. Muchas de las personas que han dejado su nombre en las ... páginas de la historia han sido infravalorados o, simplemente, arrumbados en el desván de los trastos viejos. Y esa mala práctica del olvido de nuestra historia ni siquiera se compensa con el interés y el dinamismo de mirar hacia el futuro.
En estos días se teje otro golpe a la memoria reciente: los tres galeones con los que el santanderino Vital Alsar rememoró la expedición de Francisco de Orellana, y la amplió con un tornaviaje desde Brasil a Santander, están amenazados y si no se pone remedio pueden terminar siendo astillas. Los tres galeones, con los que el marino santanderino surcó el río Amazonas, atravesando tres países, se encuentran en mal estado de conservación y amenazan con desaparecer en los próximos temporales de invierno. Por el momento, el Ayuntamiento de Santander, de quien depende el mueso al aire libre, guarda silencio, pero los movimientos políticos apuntan a un abandono de este legado que el cántabro dejó en su tierra.
Vital Alsar, que contempla desde Acapulco (México) esta penosa situación, es una de esas figuras singulares a las que Santander debe mucho. Vital se sintió siempre llamado por el mar y, con un mensaje de paz y fraternidad universal, ha culminado una serie de gestas que, en otro país habrían recibido honores y homenajes. En España, apenas merece unas líneas a pie de página en los libros. Alsar se sintió fascinado por la expedición del aventurero y etnógrafo noruego Thor Heyerdahl, quien logró demostrar que los habitantes de Polinesia pudieron ser descendientes de indios americanos. Y, para ello, navegó en una balsa desde las costas de Perú hasta las islas próximas a Australia.
Años después de ese increíble viaje de Heyerdahl, Vital Alsar repitió ese periplo pero con el objetivo de llegar a Australia, prácticamente el doble de distancia. En una balsa construida por él mismo y su tripulación trató de superar la aventura del noruego. Ese primer intento (1966) terminó en naufragio, pero cuatro años más tarde alcanzó su objetivo y arribó a la costa del continente australiano. Había recorrido unos 14.000 kilómetros en una frágil embarcación construida a base de troncos amarrados con cuerdas. Tres años después repitió la travesía con tres balsas, en una demostración de que aquella primera aventura no fue una casualidad y que moradores de América del sur podían haber cruzado el océano Pacífico.
El interés de Alsar por la mar y por recrear las hazañas los españoles, le llevó a una expedición legendaria: reconstruir el viaje de Francisco de Orellana que ha sido el primer hombre que ha navegado el río Amazonas y que lo ha explorado. Alsar con un grupo de voluntarios ascendieron la cordillera andina y construyeron tres galeones para navegar con ellos río abajo hasta la desembocadura del Amazonas en el océano Atlántico. Su hazaña se vio entorpecida, casi saboteada, por la intervención de Tomás de la Quadra Salcedo, un atleta que ha sido el narrador de grandes reportajes para TVE. Los cámaras que acompañaban a De la Quadra filmaron la construcción de los tres galeones, que ahora se exhiben en La Magdalena. Tomás de la Quadra apareció ante los ojos del mundo como el constructor de los barcos, como el artífice de la hazaña de Alsar. Para empeorar la situación, desde España se movieron los hilos diplomáticos para retrasar varios meses la salida de los galeones de Brasil. Finalmente, Alsar logró culminar su hazaña con el tornaviaje desde el mar Caribe a Santander, donde fue recibido por miles de personas.
Ahora, en La Magdalena, los tres galeones y una reproducción de La Balsa del año 1970, muestran a propios y extraños la tarea de Alsar, su empeño por llevar un mensaje de paz y solidaridad por todo el mundo y también recuerdan las gestas de unos españoles que fueron capaces de superar todas las dificultades para explorar nuevos mundos.
Si no se toman medidas, los galeones desaparecerán en los próximos inviernos y la balsa, que ya no es original, que fue destrozada por los temporales, seguirá el mismo destino. Desde el principio, Vital Alsar ha sido infravalorado en su tierra y aunque su entrada en la bahía con los tres galeones concitó a una multitud, después se apagó el fervorín. El proyecto era construir un museo dedicado a sus viajes en el que, bajo techo, estuvieran los galeones, la balsa y el artilugio para sobrevivir de un naufragio que fue probado en la travesía del océano Atlántico. Pero Cantabria no fue capaz, una vez más, de desarrollar el proyecto y, solamente el empeño de un grupo de amigos, consiguió que finalmente los galeones y la balsa fueran colocados en La Magdalena.
No están los tiempos para gastos y por ello no se trata de invertir en un museo, pero al menos se deben reparar los daños en los galeones para que resistan unos años, hasta que se encuentre una solución estable.
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