A burro entre dos años

Un clásico del periodismo es el balance de fin de año. Lo mejor y lo peor, quién falleció y todas esas cosas tan irreversibles como un pollo que abandona el huevo.

Al comenzar este año eché números y advertí que, sin una verdadera aceleración, iba a ser difícil vacunar a la población, suponiendo que los brazos que se debían pinchar fuesen casi todos los izquierdos. No pudo ser, el verano fue más complicado de lo previsto y ahora las Navidades vienen torcidas. Sigo sin entender que no haya normativa nacional de pandemias, como si el virus tuviera ARN gallego, andaluz, extremeño… No hay que legislar en caliente, eso será.

Esperábamos que 2021 fuese muy contundente en el rebote económico. Ahora el balance no es tan 'chuli'. Muchos fondos europeos siguen sin llegar; los ganaderos atacan los supermercados; los lobos del mercado atacan a los ganaderos; la factura eléctrica ataca a empresas y hogares; la del combustible, a los conductores. Hemos devuelto una porrada de millones que venían para ayudar a empresas. No nos hacían falta: tenemos de todo. Grandes inversiones siguen colgadas de la brocha al hundirse su andamio. Nos quieren quitar 350 millones de euros al año. ¿Quién los necesita?

No hay Corredor Atlántico. Y ni siquiera hay Corredor Santander-Boo de Piélagos. Como dirían en mi pueblo, si no hay Cercanías, qué va a haber Lejanías… Salvo que el AVE sea como aquel niño de Polanco que preguntó al padre si está más cerca Oviedo o la Luna. «Pero hijo, ¿tú ves Oviedo desde aquí? ¡Pues entonces!». Celebramos 40 años de autonomía, a caballo entre 2021 y 2022. Más que a caballo, a burro bajo una refulgente Luna de quijotescas promesas. Como no hacemos nunca por ver Oviedo… Haya fe en 2022 y nos cambien de montura.