M aría José Sáenz de Buruaga va a ser candidata, en el congreso regional del PP, sí o sí, y además lo va a ganar». Así de rotundos se pronuncian en el entorno cercano a la presidenta de los populares cántabros en medio del ruido ... que han desatado las pugnas por el control interno del partido entre el aparato de Génova y los barones y dirigentes territoriales. Ese guirigay del que participan Isabel Díaz Ayuso, Cayetana Álvarez de Toledo, Teodoro García Egea y hasta el propio José María Aznar en el papel de pacificador, pone en entredicho las expectativas del PP de llegar a La Moncloa y también el liderazgo y la autoridad de Pablo Casado. Mientras eso sucede en la política nacional, el oficialismo del partido en Cantabria se refuerza con el propósito de dejar a Génova el menor margen posible para intervenir en Cantabria. A Buruaga le salen las cuentas para ganar el congreso, pero todavía no ha dado el paso, porque ni siquiera se sabe cuándo se celebrará.
Buruaga no es Díaz Ayuso, ni Feijóo, ni Moreno Bonilla, instalados en el poder y con favorables perspectivas de futuro, pero desde la oposición política en la que opera tiene, o cree tener, el control del partido y el apoyo del conjunto de la organización territorial, de la mayoría de los alcaldes y de los militantes.
El PP cántabro maneja desde siempre la cifra de 14.000 afiliados, pero no es nada real. En las primarias celebradas en marzo de 2017, con Ignacio Diego y Buruaga como rivales, participaron en números redondos 3.000 militantes, y eso que ambos bandos pusieron al día las cuotas de buen número de afiliados para que pudieran votar, en un controvertido asunto que llegó incluso hasta los tribunales.
En la sede regional del Partido Popular tienden a creer que Gema Igual no va a dar el paso
De entonces acá, el PP ha inscrito unos 1.400 nuevos militantes, naturalmente captados en su inmensa mayoría por el aparato que controlan Buruaga y los suyos, lo cual reforzaría su posición en el congreso que todavía no tiene fecha. Teóricamente, los cónclaves populares en las comunidades uniprovinciales se desarrollarán a partir de mediados de febrero de 2022, pero ni siquiera eso es seguro porque unas hipotéticas elecciones, por ejemplo en Andalucía y Castilla y León, aplazarían todo el calendario de congresos pendientes.
La cúpula nacional del PP maneja desde hace mucho, al menos desde que Casado y su gente están al mando, la idea de un relevo en Cantabria y en otras regiones. Sin embargo, la maniobra, que incluiría una salida airosa para Sáenz de Buruaga, no acaba de cuajar. Las opciones son limitadas. El diputado nacional Diego Movellán, un posible aspirante al liderazgo en el partido, se acaba de descartar. Tampoco le saldrían los números. Movellán deja caer que la alcaldesa de Santander, Gema Igual, sería una excelente presidenta del PP, pero la regidora echa balones fuera en cuanto puede. Ella quiera continuar como alcaldesa del feudo más importante que tiene el PP en Cantabria y con mayoría absoluta en 2023, lo cual es bastante factible. Si fuera consagrada como presidenta del partido por consenso y aclamación, pues muy bien, pero si tiene que competir sería un riesgo considerable de desgaste en su carrera hacia la reelección como regidora santanderina. En la sede regional del PP tienden a creer que Gema Igual no va a dar ese paso. Todos los demás hipotéticos aspirantes al mando serían soluciones imaginativas con poco recorrido en un congreso, aunque tengan detrás el respaldo de Génova.
El PP ha pisado el acelerador en los últimos tiempos en la movilización de la militancia y de sus cargos públicos en toda la geografía regional en asuntos como la defensa del control del lobo, el rechazo a la nueva ley de seguridad ciudadana o la crítica a los Presupuestos 2022 del Gobierno PRC/PSOE. Para cerrar el año prepara una multitudinaria fiesta de Navidad, si la evolución de la pandemia lo permite.
A la expectativa de cómo se resuelva el conflicto entre el aparato del partido que representa Teodoro García Egea y los barones territoriales, la cúpula del PP cántabro intensifica los contactos para reforzar el respaldo a Buruaga de cara al congreso y armarse todo lo que pueda frente a una ofensiva de Madrid. A su juicio, el partido atraviesa un buen momento, razonablemente superada la división que provocó el congreso de 2017, con una tendencia nacional favorable y sondeos regionales que anticipan el crecimiento popular y el desgaste del PRC de Revilla. O sea, más cerca del objetivo señalado para 2023: volver a ser el primer partido de Cantabria y, si es posible, gobernar. Con Buruaga en el cartel electoral o con quien diga Génova, pues designar la candidatura autonómica es un privilegio de Madrid. Ya lo hizo valer en 2019, con el lamentable episodio que tuvo como protagonista a Ruth Beitia, y puede volver a hacerlo.
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