![Se busca chivo expiatorio](https://s1.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202006/01/media/cortadas/55764382--1248x1248.jpg)
![Se busca chivo expiatorio](https://s1.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202006/01/media/cortadas/55764382--1248x1248.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
La gente sigue muriéndose por las esquinas, en cuartos oscuros y en lujosas residencias. No sabemos casi nada del Covid, cómo va a mutar y cuándo o cómo volverá a atacar y dónde. Se avecina una crisis financiera mundial sin precedentes, lo que unido a ... las nuevas tecnologías pone en riesgo millones de puestos de trabajo en todas partes, gente que no volverá a trabajar porque no hay trabajo o porque no están cualificados para el trabajo que hay. Millones de empresas, sobre todo medianas y pequeñas, bajarán la persiana definitivamente. Pero tal parece que lo más importante es encontrar un chivo expiatorio, alguien a quien echarle la culpa de todo lo que nos pasa; por supuesto, que no sea uno de los nuestros.
Hace unas semanas hablaba del carroñerismo que corroe la política. Me referí a España, pero se da en todas las latitudes. La búsqueda de un chivo expiatorio es un síndrome aún más universal, hoy recrudecido en cualquier lugar al que miremos: norte, sur, este y oeste. Y a todas las escalas, desde comunidades con pocos miles de habitantes, hasta grandes ciudades, regiones, Estados, continentes... No pido absolver a China de ninguno de sus pecados, al menos hasta que los confiese, ni a ningún otro gobierno de los más afectados por la pandemia; pero una cosa es tener la certeza de que todos mienten y disimulan la verdad para defenderse (algo muy humano) y otra muy distinta que, por definición, la culpa la tiene siempre el gobierno y sólo él. Sí es el gobierno nacional, en lugar del de mi comunidad, más predispuesto estoy a creerlo. Si por el contrario ocurre que soy un represente del gobierno nacional, entonces es cualquier enemigo exterior.
En la historia universal de las pandemias, hoy muy consultada por todo el mundo, hay una constante de la que no se conocen excepciones: la búsqueda de un chivo expiatorio. La necesidad de encontrar un culpable que cargue con todas las culpas, para que la comunidad se libere del insoportable sentimiento de culpa (cosa que también se da en las relaciones más personales), parece algo que lo llevamos grabado en el ADN. Es más, no me extrañaría que los antropólogos lo haya encontrado en las culturas más remotas de nuestra especie, además de en otras especies animales. Es lo que se suele denominar un impulso innato que sentimos antes de producirse cualquier reacción consciente. Se supone que somos seres civilizados y la civilización consiste, precisamente, en desarrollar mecanismos de control de los impulsos primarios, por mor de una convivencia más armónica, más ordenada, menos anárquica. Una vida más llevadera, una conllevancia más eficiente.
Pero entramos aquí en terreno ambiguo y resbaladizo. El chivo expiatorio sin duda cumple una función social hasta hoy imprescindible. El enemigo exterior siempre une a la comunidad que lo designa, desde la más pequeña hasta la más grande; razón primordial por lo que las guerras son otra de esas constantes históricas que no hemos logrado sacudirnos de encima. (La guerra civil sería un caso particular en el que una mitad de la comunidad designa como chivo expiatorio a la otra mitad).
Como digo, el chivo expiatorio permite que nos liberemos de las culpas y por tanto que, dentro de nuestro propio grupo, evitemos acusarnos unos a otros. No voy a extenderme más en este punto. Sólo pretendo señalar que la necesidad de encontrar un chivo expiatorio estuvo, está y probablemente seguirá estando con nosotros por mucho tiempo. Lo que ahora quisiera subrayar es la necesidad de atar en corto dicho impulso.
Los individuos y sus comunidades, estamos llenos de contradicciones irresolubles, consecuencia de necesidades contradictorias. La necesidad de un chivo expiatorio por una parte y, por otra, la necesidad de que reine la concordia entre comunidades vecinas, de modo que juntas consigan poner remedio a problemas comunes que por separado las desbordan, y así hasta llegar a una comunidad universal cuando el problema ha alcanzado proporciones universales, ambas necesidades están en contradicción. Un gran ejemplo de contradicción irresoluble. Pero, como digo, las civilizaciones hace mucho que han encontrado una salida a las contradicciones irresolubles: poner a un lado todo aquello que en un momento determinado nos separa, y desarrollar una mínima confianza mutua que nos permita colaborar en la respuesta al problema que aflige, en mayor o menor medida, a todas las partes. Estamos en esa coyuntura. Es el momento de echar a un lado la necesidad de encontrar un chivo expiatorio y encontrar salidas a unos problemas que desbordan nuestra capacidad de resolverlos aisladamente. La búsqueda del chivo es un claro obstáculo a este fin.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.