Cuando hace calor, cuando hace frío

Cuando hace calor, nos quejamos del calor. Esto no es normal aquí, insoportables estos treinta grados, y más con esta humedad, no hay quien lo aguante, te duchas y empiezas a sudar cuando sales a la calle. Mira cómo se ha secado todo, que los ... prados ya no son verdes sino amarillos y qué pena da ver el monte de esta manera. A ver si llueve de una vez, que falta hace. Y luego están los turistas, que ya empiezan a ser demasiados, que nos invaden cuando el sol asoma, como si esto fuera el Mediterráneo. Es un ejército fantasmal el de los turistas, sus soldados son siempre distintos, es un reemplazo inagotable, por eso no se cansan y lo mismo da si se mueren porque mandan enseguida otros diferentes y lo van colonizando todo: los pisos del centro, el paseo marítimo, las terrazas, la arena de la playa y hasta el agua del mar. Solo el frío y las lluvias torrenciales pueden acabar con los turistas. Ay, pero luego llega el invierno, aunque llegue tarde, y madre mía qué frío hace, es difícil de soportar, y más con esta humedad (la humedad siempre tiene la culpa de todo). En Soria están bajo cero, es verdad, pero como es un frío seco te abrigas y no se nota, no como aquí, que se te mete por dentro y te hiela hasta los huesos y la sangre parece que se te congela. No hay quien ande por la calle con estas temperaturas tan bajas y esta oscuridad al mediodía y esta lluvia que no para de caer y estos cielos plomizos que nos conducen a la depresión. Cuántos días llevamos sin ver el sol, hay que tener cuidado con estas cosas, mira lo que pasa en Noruega, que se suicidan más que nosotros y eso es porque la luz escasea y sin luz no hay vida. A ver si llega el calor otra vez. Que encima no hay turismo y a ver de qué vamos a vivir sin los turistas, que es verdad que molestan pero mira qué tristeza que no haya colas kilométricas en las heladerías.