Secciones
Servicios
Destacamos
Una conversación serena y prolongada, mantenida hace días con una colega y compañero de tiempos universitarios sobre nuestra actual situación sociosanitaria, después de unas horas de reposo de la misma, debo decir que su evocación me ha inquietado, me ha exigido cierta profundización en ... algunos aspectos, por su enorme trascendencia social e individual, y que me permito compartir con ustedes.
Todo comenzó cuando en plena conversación una sobrina nieta de mi compañero, de siete años, se acercó a nosotros, y nos provocó, para nuestra sorpresa, un estado de desorientación al no saber responder de forma adecuada al saludo. Hacía tiempo que no la veía y el juego de mascarillas, de distancia, de acogimiento, incluso la ausencia de abrazos y besos, fue tal, que nos provocó cierto desorden mental, y con ello el comienzo de una reflexiva conversación.
En este punto nos dimos cuenta de que de forma silente se habían producido ciertas reformas explícitas de nuestras actitudes, de nuestras relaciones sociales, de nuestras costumbres, que algo sustancial había cambiado, y que nos exigía dar nuevas formas a nuestras relaciones sociales. Había que interiorizar lentamente nuevos gestos, que trascenderán a la sociedad y provocarán ciertas modificaciones de hábitos, los referentes van a mutar, de tal forma que podemos decir que transitamos por un camino diferente, hecho que en principio nos hace más débiles, más frágiles, y que restringe la cohesión social.
En este punto observamos que una pareja situada a nuestro lado, y sin pretenderlo, escuchamos como hablaban por su móvil. Ofrecían una nave limpia y cuidada que tenían en un pueblo cercano para celebrar un encuentro con el objeto de recoger alimentos y prendas de vestir. Comentaban que las dos pequeñas empresas situadas en el municipio habían parado en parte, así como la casi totalidad de la hostelería, por lo que muchas familias se veían necesitadas de lo más mínimo para sobrevivir.
Un conjunto de personas, según escuchamos, apoyados desde el ayuntamiento, habían puesto en marcha una operación de solidaridad, en la que se recibía todo lo imperecedero que cualquier vecino pudiera ofrecer, y la impresión es que la respuesta había tenido un eco especial, por lo que necesitaban un espacio luminoso, limpio, de grandes dimensiones y cubierto, situación que parecía resuelta desde la actitud más complaciente de las vecinas de terraza. Se trata del concepto de solidaridad, del que hacía mucho que no se hablaba ni se aplicaba. Setenta años en paz y progreso hicieron que se nos olvidara algo tan esencial, vital y humano, que además ennoblece, nos hace más personas, y nos acerca más a lo que realmente somos.
Seguimos profundizando a través del diálogo, pues era una mañana que invitaba a la reflexión, y mirando a nuestro alrededor, estábamos en un terraza cómoda y de grandes dimensiones, se observaba una invitación a un día de disfrute, de paseo, de diálogo, cuando lentamente se acercó un caballero mayor, acompañado por una mujer que lo cuidaba. Ambos nos alegramos de que pudieran seguir con vida social a esos años.
Compulsivamente, como impulsados por lanzaderas, los viandantes no paraban, quizás en principio carecían de rumbo fijo, y sólo disfrutaban del tiempo, del paseo y del encuentro con alguna novedad deseada, tratando inconscientemente de ignorar las singularidades de nuestro común enemigo, y de cómo nos sorprendió; cuáles son aquellas características que le hacen tan peligroso, incluso letal; cuáles son las consecuencias previsibles que hacen que nuestra actitud se mueva como una noria, vuelta y vuelta, sin encontrar reposo, siendo el gran motor el miedo.
Quizás haya que resaltar una visión o un sentimiento sobre los demás, la presencia de la enfermedad, con y sin síntomas, terminando alguno de los casos en fallecimiento. Esta situación no solo se da en mayores y personas vulnerables, puede ocurrir en cualquier miembro de una familia, joven o mayor. Sucede, sin embargo, que la reiteración de un hecho le hace perder interés, y si además tiene lugar lejos, aumenta esta falta de reconocimiento, hoy todo acontece lejos, en principio porque se esconde, distanciándolo de su medio íntimo, de su casa y familia, con lo todo queda amortiguado...
La incertidumbre, la adaptación necesaria a nuevas situaciones, los nuevos hábitos, la solidaridad, el miedo, la protección de los mayores, la falta de cohesión social, el declive económico y social, la crisis sanitaria, junto al estado embrionario de nuestra investigación, y de forma especial la enfermedad y la muerte, son los nuevos rostros de nuestra sociedad. Pero en toda crisis surge algún crecimiento inesperado. De la Primera Guerra Mundial, los estados libres con fronteras seguras y la libertad religiosa, de la Segunda, el fin de los totalitarismos y un equilibrio de poderes vigilado desde la O.N.U, y con la actual, esperemos que se propicie más Europa, y madure una España plural, más cohesionada, reconocida y aceptada.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.