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Por el momento, nuestro gozo en un pozo. Ni somos la llave de ninguna puerta, ni está claro que los Reyes Magos de La Moncloa consigan que el veterinario les devuelva a tiempo los dromedarios para que nos dejen junto al belén todo lo ... que el paje Ábalos nos había prometido al recoger la carta cántabra. Sin Gobierno no hay Presupuestos, y sin Presupuestos no hay 'tío, páseme usté el río'.
El marcador se le ha hecho de kryptonita a Supersánchez: una censura a favor (2018) y dos investiduras en contra (2016 y 2019). Catalizó el año pasado los votos de un Congreso que, por razones muy variopintas, no quería que Rajoy terminara su mandato en 2020. Pero esa mayoría de repulsa, que mezclaba el tacticismo del PNV con la indignación de los autolesionados del 'procés', a sumar al bombardeo podemita que le habría de costar numerosos aviones morados en la siguiente batalla en las urnas, ha fracasado. A la hora de gobernar, la mayoría de la censura no se ha mostrado como mayoría de investidura. Se ha tirado a golpe de decretos leyes, forzando peligrosamente un mecanismo jurídico excepcional, y no se ha sido capaz de aprobar ni el Presupuesto de este año. La izquierda y los nacionalistas tienen una ligera mayoría en voto absoluto y holgada en escaños. Pero no poseen un proyecto compartido para España, lo que después de 14 meses constituye prácticamente una evidencia.
El solitario voto del recién estrenado diputado del PRC ha venido a proclamar preocupantes mensajes. El primero, o las pocas ganas o las pocas capacidades del PSOE para sumar algo más. No sabemos si de antemano se ha estado jugando a investidura fallida, con subsiguiente humillación de socios en septiembre o un órdago a mayor, a pares y a juego el 10 de noviembre. El segundo mensaje es que los números no dan para un papel como el que se soñaba desde Santander. Si la articulación es hacia la derecha, Ciudadanos garantiza 180 escaños, mayoría absoluta. Si es hacia la izquierda, los necesarios son, por este orden, Podemos, Esquerra, JxCat y PNV. En ausencia de estos cuatro entendimientos, lo que hagan los partidos más pequeños resulta irrelevante, pues suman poco a quien no tiene mucho. Y esto sugiere que una eventual investidura no dependerá de los pequeños y que, por tanto, los Reyes Magos no tendrán muchos incentivos para correr con los regalos a sus casas, habiendo otras criaturas con mayores méritos y urgencias.
Un tercer mensaje es la soledad conseguidora del regionalismo cántabro, único soporte de Sánchez. Da la impresión de que los demás han estado presionando mucho más en las negociaciones para obtener, a cambio de sus votos, concesiones socialistas. ¿Se ha negociado aquí con demasiada prisa, mirando no la situación del Congreso, sino las emergencias de distribuir el poder en ayuntamientos y Comunidad autónoma ya en junio? Pero si las expectativas en inversiones estatales no se materializan, ¿no se habrá sembrado una clara precariedad en una coalición que solo por ellas se ha justificado ante los electores? La soledad de Mazón puede lo mismo ser precursora de un sentido de estado que se manifieste dentro de dos meses, que de unos tiempos muy revueltos en Cantabria, añadidos a los nacionales.
Y un cuarto mensaje es que esa soledad atestigua falta de voluntad de compromiso en el conjunto de la Cámara. El PP ofreció en su día al PSOE una coalición a la alemana, que fue rehusada. Ciudadanos, que pactó con Sánchez para su primera investidura, ha torpedeado la segunda. Podemos lleva ya votando en dos ocasiones contra el candidato Sánchez: dos veces en tres años. El catalanismo otrora moderado se ha convertido en una cosa rarísima, imprevisible, sin ton ni son: una máquina de molestar, un ruido al que casi nadie ya se toma en serio. Ahora ha surgido otra opción postconvergente, pero necesitará tiempo para tomar el relevo al actual histrionismo. Y aunque ERC ha realizado un gesto de pragmatismo no se hace ilusiones sobre las sentencias que les van a caer a quienes declararon de su mano mayor que Cataluña era una república independiente de España. Unas penas elevadas reactivarán sentimientos de manía persecutoria y la demagogia habitual engrasada por dinero público. Unas penas leves reafirmarán a los creyentes en que no había motivo para tanta causa. Nadie ha vuelto a decir que Junqueras está en preventiva porque su querido President y su querida Marta Rovira huyeron al extranjero para no dar la cara. Si no hubiese huido nadie, probablemente nadie habría pasado tampoco ni un día en prisión preventiva, dado que el 155 se aplicó sin mayores problemas y no hubiera existido riesgo verosímil de fuga.
Así que el PSOE tiene salidas muy limitadas. O ir a elecciones repetidas en busca de una aproximación a la mayoría absoluta, que no parece fácil y arriesga enfadar definitivamente a Podemos, que sería la víctima de este intento; o tratar de ablandar a Ciudadanos con alguna oferta que no incluya a Sánchez como candidato (el Rey puede proponer incluso a un independiente que no sea diputado); o ceder ante Podemos para que arranque el mandato antes de la Diada y de las sentencias del 'procés'; sin embargo, UP sería un mal socio para gestionar la agitación catalana ya que su adanismo en filosofía política le hace partidario de un referéndum de autodeterminación. Nada menos. En ninguno de esos escenarios parece que un escaño regionalista cántabro más o menos pudiera ser determinante, excepto quizá en el primero, según se dieran los números, que tampoco son fáciles. ¿Voluntarios para bajar al pozo donde ha caído la carta?
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