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Muchos y muy antiguos son los caminos que conducen al monasterio de Santo Toribio de Liébana. Y muchos y muy antiguos, también, los peregrinos que se han acogido a la espiritualidad de tan sagrado recinto.
Fue allí, en el apartamento y la serenidad de los ... montes lebaniegos, donde se abrió el primer capítulo de la formación de la lengua castellana, en un diploma datado en el año 796, perteneciente al cartulario del referido monasterio. Con posterioridad, otras palabras, también en esa misma lengua, irían apareciendo en diversos diplomas, con fechas comprendidas entre los años 827 y 859, todos ellos, anteriores a los más antiguos del cartulario de Santa María de Valpuesta, en el valle de Valdegobia (Burgos). Así, el primero de tales diplomas valpostanos, en los que figuran palabras en romance, está fechado en el año 864, mientras que el primero de los diplomas del citado cartulario lebaniego en los que surgen palabras de esa clase, está datado en el año 796, como ya se ha dicho.
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Y en otro diploma, que lleva fecha del año 827, al cual ya hemos aludido, pueden leerse las palabras siguientes: vaca vitulata, cabra y presa de molino.
Los lingüistas han venido situando en la Colegiata de Santa María de Valpuesta el lugar donde surgieron las primeras palabras en castellano, recogidas en dos cartularios, el gótico y el galicano; pero resulta que, de entre los escasos diplomas de los mismos, que están fechados en el siglo IX, los dos más antiguos, del año 804, son falsos. Y, en cuanto a los auténticos, apenas si hay un par de ellos que recojan palabras en castellano; frente a los ocho diplomas lebaniegos, anteriores al año 860, que presentan voces de esa clase y, todos ellos, auténticos.
Por todo lo que antecede, el Cartulario de Santo Toribio de Liébana se constituye en una inestimable fuente de información, sobre la génesis de la lengua castellana, que 'infiltrándose' en los textos latinos de finales del siglo VIII y comienzos de IX, iría tomando posiciones, por así decir, desplazando paulatinamente al latín. En ese proceso, que se revelaría irreversible, el cartulario lebaniego cobraría singular protagonismo, con bastante anterioridad al cartulario de Santa María de Valpuesta. Y esto en contra de todo cuanto hayan podido declarar la Real Academia Española y el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua.
El castellano no 'nació', pues, en el burgalés valle de Valdegobia, donde existió la Colegiata de Santa María de Valpuesta, sino en el cántabro valle lebaniego, donde se fundaría el monasterio de San Martín de Turieno, que pasaría a llamarse, más tarde, Santo Toribio de Liébana.
Así, pues, los orígenes del castellano, no hay que buscarlos en la actual Castilla, sino en la actual Cantabria.
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