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Era lo más comentado entre los seguidores racinguistas en los días previos al enfrentamiento contra la Deportiva Ponferradina. No había tertulia futbolística que no tocara el tema con profusión. En este periódico se había realizado una toma de pulso sobre lo que pensaban doce componentes ... de distintas peñas racinguistas. En el entorno que me desenvuelvo era tema de discusión y, a pesar de la máxima en la que nos desenvolvemos en los debates de 'no sé qué vas a decir, pero no estoy de acuerdo', el no al cese –con matices– ganaba con una unanimidad que me dejaba asombrado. Todavía teníamos frescas las últimas medidas adoptadas por el Racing en esta materia y cómo nos dejaron el cuerpo. Y además nos falta, desgraciadamente, el comodín de Nando Yosu, un seguro en estas situaciones. Sólo los políticos pasaban de este tema, preocupados de no quedar algunos de ellos envuelto en el otro cese, ese que produce la falta de votos a favor. Y es que se ha llegado a la conclusión de que para arreglar la situación negativa de un equipo de fútbol la destitución del entrenador es la única medida que se puede tomar en esos momentos. Hasta los ingleses, otrora flemáticos, ya no marcan diferencias y despiden por derecha e izquierda. Y es que en estos tiempos de la inmediatez ya no están los equipos para proyectos de largo recorrido, ni siquiera en las islas británicas.
Así que cuando el viernes pasado a Iván Ania le preguntaban por su continuidad, manifestó no tener la sensación de estar señalado desde el club, que además le transmitía confianza y tranquilidad, para pasar rápidamente a hablar de la alineación, que en función del estado del campo podía… Rápidamente por esa asociación de ideas, me retrotraí a los años sesenta, cuando jugando en el Rayo viví mi primer cese de un entrenador. Campo de Santa Bárbara, Galdácano, tiempo invernal, barro hasta los tobillos y una nueva derrota que se sumaba a otras que hacían que las pretensiones marcadas se alejaran de nuestro objetivo. Todavía no estaba establecido hacer cambios, ni de lesionados ni mucho menos de los que dábamos el cante. Finalizado el encuentro, el paso por el vestuario del entrenador fue desafortunado, cargando sobre nuestros dos extremos –sus habilidades era difícil adaptarlas a aquel patatal– haciendo alusión a su falta de compromiso y a otras cosas más íntimas, todo en presencia del delegado del equipo que, amablemente, le invitó a buscarse un medio de locomoción para volver a Santander o donde dispusiese. El entrenador había cometido dos errores: el desconocimiento de las aptitudes de sus jugadores en esas condiciones y el no haber contado hasta dos mil antes de entrar al vestuario tan frustrado. Siempre tuve claro que si los resultados hubiesen sido acordes a lo pensado, esa reacción improcedente no habría sido motivo de cese, como se dijo desde las altas esferas del club.
Mientras tanto, en los Campos de Sport crece la desconfianza que transmiten los jugadores racinguistas cada vez más vulnerables en lo anímico y receptivos al desacierto. Y como consecuencia, La Gradona manifestó su malestar con el 'Chuti vete ya', un clamor que recogieron los dirigentes interpretando que había que cesar a… Iván Ania. Han transcurrido cincuenta años y la confianza y tranquilidad llegan de la misma manera, con victorias.
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Sergio Herrero
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