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'Esperando a Godot' es una de las mejores creaciones del teatro del absurdo. En ella sucede al revés que en esta pandemia donde todo va deprisa. El tiempo transcurre lentamente y sus dos protagonistas, Vladimir y Estragon, esperan a Godot aunque no sabemos quién ... es ni qué representa, pero es como si resolviese todos los problemas. Extraño 'déjà vu' que recuerda que si estamos ahora así, y las previsiones son malas, es porque difícilmente la actividad económica, a modo de ese Godot que no viene, puede resistir al temido efecto de los rebrotes del virus y confinamientos perimetrales que provoca. El PIB, como el Santo Grial, depende en la recesión actual fundamentalmente del consumo, cuya caída histórica es del 24%. Mientras tanto, como el 'yin y yang', el ahorro se ha disparado a niveles estratosféricos del 31%, valores por encima del máximo que tuvimos en la pasada crisis y con el riesgo de que se convierta en ahorro precautorio, lo que dificultaría el que saliéramos de este pozo pronto. Afirmar que pandemia y confinamientos están poniendo patas arriba nuestra economía es quedarse corto si además tenemos en cuenta que medidas de «escudo social» como los ERTE o el ingreso mínimo vital sólo amortiguan parte del golpe. En realidad, debemos hacer lo contrario de esos protagonistas de 'Esperando a Godot', que esperaban soluciones sin poner límite al plazo de su espera y sin hacer nada. Más allá de la próxima «navidad virtual», a esta generación nos toca tener esperanza pues no todo es negativo. Fomentemos más nuestra pertenencia a la comunidad y seamos colaborativos, lo que debe implicar que demos mayor apoyo al comercio y producción autóctona. Iremos viendo y aprendiendo.
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