El coronavirus económico
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EDITORIAL ·
Aunque la prioridad en la lucha contra el Covid-19 son las vidas humanas, el inédito frenazo experimentado por el sistema productivo reclama complementar las medidas sanitarias con las económicasEl carácter completamente excepcional de la situación generada por la pandemia del coronavirus Covid-19 y las draconianas medidas necesarias para reducir su devastador alcance ponen a prueba todos los resortes de la sociedad. Primeramente, desde luego, al sistema sanitario, cuyos profesionales son justamente aplaudidos ... cada día por el compromiso y abnegación con que están dando la cara, en circunstancias de evidente riesgo y muy exigentes en cuanto a esfuerzo intenso y sostenido. La sanidad pública y la privada que la complementa están afrontando el que es, con toda certeza, su reto más arduo. Todas las previsiones indican que hemos entrado en los días especialmente negativos de la onda epidémica, de ascenso de casos antes de alcanzar el pico de contagios y empezar a descender hasta un dominio total de la situación. Son, pues, los días en que los profesionales más necesitan de nuestro apoyo y colaboración: que sigamos las normas y mantengamos el general tono de civismo que viene imperando durante el estado de alarma.
Pero, en segundo lugar, no se puede descuidar el choque doloroso que la pandemia está representando para la economía. Con excepciones que cada vez serán menores, los centros productivos se van deteniendo ante la desaparición de sus mercados habituales, en buena medida por las restricciones a la movilidad de las personas, limitaciones completamente necesarias para impedir el descontrol de la enfermedad y una cifra inimaginable de fallecimientos. La rapidez con que se han desarrollado los acontecimientos, especialmente en el súbito cambio de apreciación que en instancias oficiales se produjo en el tránsito del domingo 8 de marzo al lunes 9 y el martes 10, dejó a los agentes económicos anonadados ante la extensión y profundidad de la paralización de actividades. Sectores esenciales para Cantabria, como la hostelería, el comercio y el turismo quedaron reducidos a casi nada en pocos días. La construcción ha mantenido sus trabajos, aunque es posible que no lo pueda seguir haciendo. La industria, que ha podido resistir un primer embate, pero que estaba ya afectada por un enfriamiento sectorial e importantes problemas de factura energética, procederá a una serie de regulaciones temporales de empleo, porque no solo el mercado nacional, sino también el exterior, se han reducido con celeridad. Solo unas pocas industrias y servicios, de absoluta necesidad para un mínimo sobrevivir diario de una sociedad, seguirán funcionando.
Esto llena de inquietud no solo a los empresarios que han de tomar dichas medidas en sus negocios, sino muy señaladamente a miles de trabajadores sobre quienes se cierne ahora la incertidumbre laboral, sin que nadie pueda honradamente proporcionarles una respuesta, ya que todo dependerá de la forma de la recuperación. Los gobiernos buscan que sea en forma de 'V', una recesión profunda pero corta y seguida por un rápido rebote; y temen que sea una 'L', caída a plomo que dé paso a un estancamiento. Sin economía productiva, tampoco serán posibles los empleos y prestaciones públicos que de ella dependen. Es muy positivo que se esté imponiendo una reacción de poner toda la carne en el asador para sostener las rentas y los negocios. El problema de financiación podrá gestionarse en un futuro, y será más abordable si la recuperación empieza antes y es más vigorosa. Hay que apoyar todas las medidas que se están tomando, pero al tiempo las autoridades deben escuchar a los agentes económicos y sociales y a la oposición, para complementar las acciones con otras que también tienen sentido. Salvar vidas es, por tanto, la prioridad número uno; a continuación, que esas vidas salvadas sean vivibles en una sociedad de bienestar.
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