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Es cuestión de pareceres. Rafael Nadal se emociona cuando suena en París el himno de España,Fernando Alonso incluye la bandera en su felicitación al mejor deportista mundial de cualquier especialidad en todo tiempo, y por dar un toque cántabro, Severiano Ballesteros ... hizo durante su carrera patria chica y patria grande. Son tres referentes de la marca España. Por su parte, el Gobierno de España veta la presencia del rey de España en un lugar de España para no molestar a quienes se quieren ir de España. Mientras, allí, en Cataluña, arden banderas españolas e imágenes de Felipe VI. Por esas mismas acciones, la destrucción de los símbolos soberanos de cualquier país de la UE, también de España, en Alemania meten a gente en la cárcel. Según el Bundestag, su Parlamento, son actos «que incitan al odio, la ira y la agresión».
La pandemia no admite pareceres porque muere gente, pero las opiniones sobre la gestión de las autoridades españolas son demoledoras. El diario The New York Times afirma que «la incompetencia política puede ser tan mortal como el covid-19», aunque de mayor relevancia es el manifiesto que 55 sociedades científicas, en representación de unos 170.000 afiliados, han remitido al presidente del Gobierno y a las diecisiete comunidades autónomas: «En salud, ustedes mandan, pero no saben». Otro párrafo es aún más contundente: «En nombre de más de 47 millones de españoles, ustedes y sus familias incluidos, tenemos que cambiar ya tanta inconsistencia política, profesional y humana». La Organización Mundial de la Salud (OMS) no se explica qué está fallando en España para que su índice de contagios sea el más alto de la Unión Europea.
Del mismo modo, el Gobierno, que no es uno sino dos, tiene pareceres distintos. Aunque PSOE y UP se unen para distraernos de lo esencial metiendo mano a los jueces, la Montero portavoz y socialista no cuestiona la monarquía, la Montero ministra y podemita la ataca y el desnortado PSOE cántabro no vota a favor del rey ni de la Constitución. Una de las revistas médicas de mayor impacto, The Lancet, pide que España ordene el caos de los datos; el doctor Cavadas, quien alertó temprano de lo que nos venía encima, asegura que esto no acabará bien porque «no hay gestores de nivel», y para el oncólogo Mariano Barbacid el descontrol en la segunda ola no tiene justificación. Finalmente, el FMI mejora sus previsiones para las economías desarrolladas con una única excepción: España. Es lo que hay. El panorama es más desalentador aún por la ausencia de una verdadera oposición. Estamos perdidos.
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