Crisis de (des)gobierno en el año preelectoral
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Las renuncias de dos consejeros socialistas, maquillados como un reimpulso de la gestión, deja en evidencia al bipartito de Revilla y Zuloaga, ya bastante castigado por los sucesivos fiascosC uando la consejera María Sánchez aireó la deficiente gestión de proyectos y fondos de varios de sus compañeros en el Consejo de Gobierno, el presidente Revilla no sólo desautorizó la 'largada' por el fondo y por las formas, sino que también le dijo a ... Pablo Zuloaga que fuera pensando en relevar a la desahogada consejera, también discutida en el PSOE. El vicepresidente no quería prescindir de su protegida, así que hubo que esperar a otro esperpento gubernamental, el anuncio fallido de la rebaja del IRPF que acabó, al menos por el momento, con la peripecia política de Sánchez. Dos consejeros dimitidos en un mes reflejan el preocupante desbarajuste instalado en el Ejecutivo PRC-PSOE en pleno año preelectoral.
En la inestabilidad del Gobierno ni siquiera resulta trascendental el acoso de la oposición. No, los problemas ya surgen solos en el ejercicio del poder, incluso con la holgada mayoría parlamentaria que lo sustenta. Primero fue la renuncia del consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, muy dañado a lo largo de la pandemia y también por la catarata de dimisiones en el organigrama sanitario. Y luego, el adiós de la consejera de Economía, María Sánchez, que anticipó por su cuenta y riesgo una rebaja del IRPF. El anuncio le habría correspondido, en todo caso, al presidente Revilla, que para eso es el jefe de Gobierno, de hecho la medida ya se 'vendía' en la página web del PRC. Por el lado socialista, la rebaja fiscal era justamente lo que ya reclamaba al Gobierno central el nuevo líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, que inicialmente aceptó y casi inmediatamente rechazó Pedro Sánchez. Así que entre una cosa y otra, hubo que borrar los tuits alborozados, entonar un 'donde dije digo, digo Diego', y la desenvuelta María Sánchez tuvo que irse para casa. En fin, un papelón general. Más señales de precariedad para un Ejecutivo ya bastante castigado por sucesivos fiascos como, por ejemplo, la exclusión europea del Corredor Atlántico Ferroviario y de los fondos para La Pasiega y el Mupac.
El PSOE intenta maquillar la marcha de sus dos consejeros como un saludable reimpulso en el Gobierno, como si fuera una iniciativa propia. A estas alturas de la legislatura, los relevos no son fichajes de relumbrón, la única clave es la disciplinada fidelidad a la cúpula del partido en la llegada de Raúl Pesquera a Sanidad, de Ana Belén Álvarez que hereda Economía y deja Empleo a Eugenia Gómez de Diego. La interpretación complaciente de los cambios no cuela ni en el propio PSOE: ni entre los diversos grupos críticos que observan con sorna a un Pablo Zuloaga superado por los acontecimientos en el Gobierno y en el partido, ni tampoco entre los más cercanos al oficialismo, preocupados por las turbulencias y las dudas que el socialismo cántabro traslada a la opinión pública a sólo trece meses de las urnas.
También Revilla acusa la imagen de desorden, naturalmente. Ya se sabe que en Cantabria PRC y PSOE operan desde hace muchos años con el modelo de dos gobiernos en uno, pero en última instancia es el jefe quien debe garantizar la cohesión, la estabilidad y la eficacia en la gestión. Los regionalistas se apuntan a la versión más positiva de la crisis: una limpia oportuna, porque se va el consejero de Sanidad, el más deteriorado en su crédito, y a Economía llega una titular más flexible para la acción política y la ejecución presupuestaria de los departamentos gubernamentales justo cuando está a punto de comenzar la cuenta atrás del año que falta para las elecciones.
Mientras tanto, la oposición, con el PP como principal partido, subraya la crisis perpetua en la que se ha instalado el Gobierno de coalición, castigado en los principales indicadores económicos. Los populares, pendientes de su congreso regional, creen que el PRC de Revilla ha perdido la holgada ventaja que logró en 2019, que ahora los dos partidos mayoritarios están en un pañuelo en los sondeos y que el objetivo del PP de volver a ser la primera fuerza regional está a tiro.
El regionalismo vuelve a tirar de optimismo. Puede que ambas siglas estén ahora bastante igualadas, admiten, pero a medida que se acerque la campaña, el paisaje socioeconómico favorecerá el empuje electoral de Revilla: más empleo industrial, avances en las obras y/o en los trámites de las infraestructuras ferroviarias del AVE y el tren rápido a Bilbao, y de las autovías, el despegue de los proyectos de La Pasiega y el Mupac... Igual es mucho esperar en tiempos tan inciertos como los que marcan los efectos económicos de la pandemia y la guerra en Ucrania. La apuesta más fiable será seguramente la del turismo, el 11% del PIB y del empleo regional, que con los estimulantes datos de la Semana Santa autoriza buenas perspectivas para los próximos meses. Como herramienta electoral de primer orden asoma ya la promoción del Año Santo Lebaniego 2023 que arrancará apenas cinco semanas antes de los comicios autonómicos y municipales.
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