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MI RINCÓN DE INCERTIDUMBRES ·

Miércoles, 5 de agosto 2020, 07:06

Es difícil escribir en este agosto atípico, sin la cantidad tan deseada de turistas y con el virus aumentando su presencia por cada esquina. Terminó un mes de julio en el que hemos intentado vivir con normalidad, aunque sin saber comportarnos del todo como personas ... normales. La cultura sí demostró que sabe cuidarse cuando la ayudan. En Cantabria pocos lugares ha habido tan seguros como el espacio de la plaza de Correos, donde el mundo del libro supo parapetarse con alfombras higiénicas, cámaras de seguridad e hidroalcohol. Allí llegó Revilla, huérfano esta vez de otras ferias que le molan más, agarrándose al clavo ardiendo de la de Santander, por la que nunca antes, creo, había aparecido, aun sabiendo que es profeta en su tierra. Y vino con Okuda, días antes de la operación de blanqueo que luego realizaron algunos ante una iniciativa artística que puede acabar con el blanco del faro; le han querido poner así el «colorín, colorado» a esta controvertida historia. Adelante, pues, con los colorines que atraerán turistas a ese lugar que representa como ninguno «el marco incomparable» de nuestra región infinita.

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