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Las concertinas del Puerto terminaron de instalarse el día 13 de agosto de 2021. El mes siguiente (septiembre) fue el mes récord en intentos de intrusión en el Puerto ese año por parte de migrantes, con un total de 295 intentos. Se diría que ... la realidad le dio un sopapo al argumentario del Puerto.
Ahora los intentos de intrusión en el Puerto han descendido. Es evidente que un fenómeno vivo, como la migración, tiene sus propios procesos y queda claro, a la luz de los datos, que dicha reducción no ha sido por la instalación de medidas crueles de control. Los datos son del Puerto. Ha tenido que ser Pasaje Seguro quien, vía Transparencia, recabara esa información. Frente al discurso de que las concertinas son necesarias y eficaces, los datos. Frente al alarmismo y a la estigmatización, los datos.
Sigamos: en todo el 2020 y 2021 el Puerto reporta cinco incidencias por daños en la carga o mercancía y, en el mismo periodo, seis incidencias relacionadas con reclamaciones económicas por daños, pérdidas, o quejas derivadas de multas de autoridades británicas por devolución de polizones. Del resto de incidencias que el Puerto comunica en esos dos años (hasta un total de 26 incidencias) cuatro son por roturas de vallado, dos por rotura de cerramiento y el resto incidencias como 'intento de acceso a buque en maletero de vehículo'. (Datos del propio Puerto vía Transparencia).
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Ojalá el Puerto no tuviera que hacer frente a estas incidencias (y ojalá nadie tuviera que emigrar de su país para buscar un futuro o pudiera hacerlo de forma legal y segura), pero la terrible amenaza a la viabilidad de una institución que supone el 14% del PIB de la región, el gran riesgo de pérdidas de tráfico y de empleos, el descomunal peligro que conllevaban los intentos de intrusión etc. queda desmontada cuando se mira a los datos que da (forzado por la presión de un grupo ciudadano) el propio Puerto de Santander. Las grandes y constantes declaraciones en la prensa, la falta de rigor a la que se sumaron en el Parlamento el PRC, Ciudadanos, PP y la extrema derecha, quedan ahora en evidencia. En evidencia.
La conclusión es clara: los datos que da el propio Puerto (vía Transparencia, no Martín en declaraciones a bulto a los medios) no sostienen el discurso con el que el Puerto y no pocos políticos nos han estado martilleando. Poner concertinas a migrantes no se sostiene desde la racionalidad, ni desde la modernidad ni desde la ética, pero tampoco desde la supuesta eficacia.
Los datos demuestran que no eran necesarias y que no fueron eficaces. Los flujos migratorios responden a sus propias necesidades y son realidades complejas. Es un error de bulto obviar esa complejidad y pretender solucionarla desde el simplismo. Además es una irresponsabilidad, en los tiempos que corren, porque las concertinas generan daños desde que se instalan. Desde ese momento lanzan un mensaje clarísimo y permanente no sólo a los migrantes, sino al conjunto de la sociedad. Quien no vea esto no tiene la capacidad de seguir en su cargo (y a los políticos que no lleguen a comprenderlo les vendría bien acercarse alguna vez a un migrante con otros ojos. O leer más, que también ayuda).
Nadie duda de la importancia económica y estratégica del Puerto. Nadie. Nadie cuestiona que es un problema tener a un grupo de personas intentando entrar en los barcos para completar su ruta migratoria. Pero es inadmisible estigmatizar a un colectivo de migrantes, como se ha hecho, con lo que supone en cuanto a caldo de cultivo de la xenofobia. Es inadmisible generar alarmismo y exagerar (mentir) sobre los daños reales que se generan. Es inadmisible instalar concertinas o cuchillas para migrantes y más aún hacerlo sin un estudio de medios alternativos, en pleno siglo XXI. Es inadmisible hacer caso omiso de lo que dice una figura 'tan radical' como el Defensor del Pueblo. Es inadmisible hablar a bulto (ciertos medios de comunicación, bastantes políticos o hasta la misma Fiscalía), confundiendo las mafias (que van por su lado) con la realidad de un grupo de migrantes que malviven en un edificio abandonado e intentan, cada noche, llegar a un barco.
Es responsabilidad de todos construir una respuesta al complejo fenómeno migratorio que no pase por la mentira, la estigmatización o las medidas crueles. En Santander tenemos una ocasión para posicionarnos. El Puerto debe retirar las concertinas ya y Revilla debe tomar cartas en este asunto que le concierne y lo delata.
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