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Los médicos te explican los riesgos de ponerte una PEG. Para la gente 'normal' no hay mucho riesgo. Pero tú no eres un tipo normal. Tú formas parte de un grupo para el que levantarse por la mañana ya supone un riesgo: el club de ... la ELA. Una forma diferente de vivir al límite. Y es que en cualquier momento tu diafragma puede decir basta, y tus pulmones dejar de funcionar. Cualquier objeto diminuto te puede provocar asfixia: en un chasquear de dedos una insuficiencia respiratoria.
Así que lo de vivir cada día como si fuera el último nos lo tomamos muy en serio. Por lo tanto, si te van a agujerear el abdomen para ponerte una vía, y por ahí introducirte el 'combustible', para que vaya directamente al estómago como si fueras un vehículo de carne y hueso, que eso es una PEG; si te van a hacer esa putada por tu bien, pues te dicen que hay riesgo de que dejes de respirar y, o te perforamos la tráquea o la diñas. Hay que decir que te acostumbras a este lenguaje macabro, ya se te escapa una sonrisita y todo.
Total, no tienes elección, así que lo mismo da, y aquí hemos venido a jugar. Y además, piensas que tampoco la pérdida va a ser muy grande si anteriormente te han asegurado que, si esquivas ahora el bache, la carretera se acaba un poco más adelante y te vas a despeñar quieras o no. Entonces piensas que te enseñan desde pequeño que la vida depende de tus decisiones. Pero no te cuentan que hay decisiones que vienen impuestas en tu vida, y éstas suelen acarrearte los cambios más profundos. Y deberían decirte que, si a pesar de todo esto te queda humor, te conviertes en una especie de superviviente.
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