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Tengo problemas respiratorios desde que me diagnosticaron ELA. Necesito conectarme a una máquina varias veces al día que me insufla aire como si fuera una bomba. Al principio es raro y genera ansiedad; notar que un aparato parecido a un ordenador hincha tus pulmones como ... globos. Luego te acostumbras, como todo. Y después puede ser relajante, te sumes en una especie de letargo. Y te duermes. Y sueñas. Puedes soñar a cualquier hora del día, mientras la máquina sigue con su hipnótico bufido, fuu, fuu. En esos sueños sueles revivir un pasado feliz en que eres joven y estás sano. Es curioso que en un contexto de angustia y enfermedad los sueños generados por una máquina respiratoria sean casi siempre agradables. Supongo que es una pequeña contrapartida a todo lo demás.
En un episodio de Black Mirror se describe un futuro en el que a los enfermos terminales, o a punto de morir, se les conecta un chip en la cabeza que genera en su cerebro la ilusión de vivir en aquella época de nuestra juventud en que fuimos más felices. Incluso te dan la oportunidad de vivir eternamente esa ilusión después de muerto. Hoy se está invirtiendo en investigación para crear metaversos en los que elijas tu avatar y seas quien quieras ser. Pero la investigación en ciertas enfermedades no es rentable. Cuando mi máquina se desenchufa me despierto y el sueño se esfuma de golpe. Y vuelves a la realidad. Una realidad imperfecta con principio y final. Habrá quien prefiera vivir en una simulación sin conflictos ni dramas. Sin dolor. Porque vivir duele. La vida es ciervo herido que las flechas le dan alas, decía el poema. El problema es que hay demasiadas flechas y están mal repartidas. Realidad virtual contra realidad demasiado real. Habrá que elegir.
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