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Acabamos de volver de vacaciones y, lo que se había pronosticado, está sucediendo. Los altos costes energéticos, tanto de la energía eléctrica como del gas, están paralizando los centros productivos de los grandes consumidores, con ERTE que afectan a la totalidad de las plantillas, y ... arrastrando a toda la industria auxiliar que está bajo el mismo paraguas.
Las medidas contenedoras diseñadas por el Gobierno no han surtido efecto y el futuro próximo se presenta muy complicado.
El Gobierno insiste en que las empresas se tienen que poner las pilas y trabajar en la eficiencia energética, pero en la mayoría de los casos los procesos ya están ajustados y lo que se necesitan son cambios de gran calado en los mismos, que requieren de importantes inversiones.
Estas inversiones se están solicitando mediante el mecanismo de los Perte (Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica) establecido por el Gobierno, si bien estos no acaban de resolverse de forma ágil y eficaz, por lo que los fondos de recuperación europeos recibidos, en muchos casos, siguen sin adjudicarse cuando la industria más los necesita para lograr mayor autonomía y competitividad.
Hasta la ministra Reyes Maroto reconocía, en una revista concedida a este diario recientemente, que «perdemos competitividad con otros mercados que no sufren tanto el problema del incremento del precio energético».
La situación es de emergencia, así lo ponen de manifiesto la alarmante sucesión de cierres y ERTE en la industria de Cantabria y los datos del INE, que apuntan una caída muy importante en la producción industrial regional.
Con esta situación, urgen medidas de contingencia centradas en la rebaja de la factura energética de las empresas electro intensivas. E ideas y participación de todos los sectores implicados no faltan.
A primeros de mes, la 'Alianza por la Competitividad de la Industria', organismo que reúne a las principales empresas y asociaciones del sector, presentó 10 medidas de máxima urgencia ante la crítica situación de la industria en la reunión mantenida con las ministras Teresa Ribera y Reyes Maroto, con el objetivo de que se presenten a la Comisión Europea a finales de septiembre.
Muchas de sus propuestas, como la urgente modificación del funcionamiento del mercado eléctrico europeo, la reactivación de los mecanismos de interrumpibilidad voluntarios y retribuidos para el gas y la electricidad, las ayudas a la renovación del parque de vehículos para acelerar la penetración de los vehículos electrificados y a la descarbonización para asegurar la continuidad de la actividad industrial, o la revisión de la relación de sectores receptores de Compensación de Costes Indirectos de CO2, están siendo incluidas en el mencionado Plan de Contingencia.
Pero, lamentablemente, vamos tarde. Con la recesión ya encima, la demanda ralentizándose por las bajadas de precios de materias primas como el acero, la inflación galopante y la subida de tipos, que dificultará la financiación de las empresas, cuesta creer que podremos revertir esta coyuntura en el corto plazo.
No obstante, es la oportunidad para aprender, de una vez por todas, de tantos errores y hacer que, en el medio y largo plazo, las soluciones que tome el Gobierno en sintonía con la UE nos saquen del preocupante bache en el que estamos inmersos.
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