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Perdóname, pero hay algo que no entiendo: ¿cómo podemos dejar de la mano del dios de la libertad sexual a «personas» que violan, matan, acosan y agreden a niños, niñas o mujeres? ¿Por qué no establecemos medidas preventivas en lugar de aplicar las correctivas? Sobre ... todo, cuando ya es demasiado tarde. ¿No hay nadie en la sociedad, la justicia o el poder político que ponga freno a estas carnicerías?
De verdad que me da igual lo que se piense de mi en este momento, seguro que no es políticamente correcto lo que voy a decir, pero me da igual. Quisiera proponer una iniciativa de firmas, de adhesiones para capar físicamente a todo aquel violador, asesino o no. En el fondo, una violación es un asesinato a la voluntad de quien ha sido violada. Quien eso hace somete a la cadena perpetua del dolor, lamento, frustración y vergüenza de quien lo padece. Lo siento, ojo por ojo y pene por pena.
Lo cierto es que me da igual que el violador o asesino sea un psicópata, un enfermo. El 24 de octubre de 2018, el periódico 'El País' publicaba lo siguiente: «El 1% de la población está catalogada como psicópata. Se trata de sujetos insensibles, egoístas, despreocupados por el bienestar ajeno, que no sienten empatía ni culpa. Ese porcentaje parece ascender a un 4% en ejecutivos, políticos o personas que ostentan cargos de alta responsabilidad». De este colectivo destaco a aquellas «personas» que se les desata la pulsión sexual indiscriminada, violenta, violadora, sin el límite de la empatía necesaria para sentir el dolor que producen sus actos violentos. A estos seres inhumanos que son presos de sus pasiones físicas por sus trastornos psicológicos o psiquiátricos, dado que su mente no tiene remisión, ni freno, habrá que frenar de esas pulsiones alterando sus cuerpos. La cárcel es una reclusión temporal de sus deseos, sean diez o veinte años y cuando vuelven a estar libres el deseo acumulado de tantos años se desboca en tu hija, tu mujer o tu nieta. Esto hay que pararlo. No estoy a favor de los linchamientos, pero no sé que haría si yo fuera el padre, marido o abuelo. Como mínimo quisiera linchar la pulsión, algo mejor que la expulsión de la sociedad en una reclusión que lo único que hace es servir de paréntesis para el próximo crimen. Más aún creo que, en el fondo, a algunos de estos personajes le estaríamos haciendo un favor en su escueta o reducida empatía para saber que, desde el momento de la poda, la rama ya va a dejar de meterse en los ojos de los demás. Como la serie de televisión, me da igual si es física o química, pero quiero la castración para quien no sabe controlar su pulsión.
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