Los dilemas del PP

Ahora el PP, que tenía una convivencia razonablemente cómoda con el agónico Ciudadanos, tendrá que lidiar el problema de Vox, ya muy dispuesto a asumir responsabilidades de gobierno, con las complicaciones ideológicas que supondría un acuerdo con la derecha radical. Casado no quiere gobernar con Vox, no al menos hasta después de las elecciones generales que aspira a ganar, pero es posible que no haya más remedio que negociar en Castilla y León. El PSOE de Pedro Sánchez, que sale muy tocado de las urnas, no parece dispuesto a darle una salida airosa al PP para que no pacte con Vox. Todo lo contrario, quiere a la 'derechona' junta y revuelta en el escaparate político.

Mientras Moreno Bonilla resuelve si, con Vox tan crecido, aprieta el botón electoral o termina la legislatura, Casado y su gente en Génova y Mañueco en Valladolid tendrán que definir la relación con el partido de Abascal. Si buscan una convivencia que les mantenga libres de contaminación ideológica o si normalizan la coalición gubernamental de la derecha. Ahí tienen a Sánchez y al PSOE, que no les ha temblado el pulso para pactar con Bildu y con todos los nacionalismos tan dañinos para España.