Dirección General de Lágrimas
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No es infrecuente encontrar en las necrológicas algunos fallecimientos de personas muy próximas a los cien años. Hace días reparé en una cántabra que había dejado este mundo con 99 años. Esto significa que había nacido en 1919 (si estaba para cumplirlos) o en 1920 ( ... si los iba a cumplir). Descanse en paz. Los que seguimos por aquí no podemos dejar de admirar que en una sola vida individual se haya pasado de la Restauración alfonsina a una República, a una guerra civil, a una larga dictadura de un militar, y a una no menos larga ya monarquía parlamentaria y democrática. Esta mujer vino con Alfonso XIII en el trono y se ha ido con su bisnieto Felipe VI.
El historiador alemán Reinhart Koselleck señaló una vez que, en función de nuestra experiencia generacional, evolucionan los tipos de historia. A la sorpresa de lo nuevo, que se registra, sucederá la constatación de que hay cosas que se repiten, por lo que procede la escritura de continuación; finalmente, cuando ya ha desparecido el último testigo vivo, nuestra referencia a su tiempo solo puede ser una reescritura por medio de la investigación en la distancia. Pero esta reescritura es tan novedosa, decía Koselleck, como aquel primer registro de la novedad. Quizá nos cuesta escribir una historia de España porque aún siguen vivas determinadas continuaciones, que en su experiencia y memoria no tienen el pasado como verdaderamente pasado y clausurado. Y no es de extrañar cuando vemos una esquela de una persona nacida en 1919 o 1920. Objetivamente, son experiencias muy cercanas, más próximas vitalmente al 'todavía' que al 'ya no'. Hablamos de memoria histórica, pero en realidad se trata de un presente histórico, porque el pasado que no entra en la historia sigue siendo presencial. (De esto me han convencido dos filósofos de Cambridge, pero otro día se lo cuento).
Ha fallecido también el actor Rutger Hauer, el replicante de 'Blade Runner', autor del célebre discurso final en que sentenciaba melancólico: «Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia». Hauer había nacido en 1944 en la Holanda ocupada por el Tercer Reich. También aquí encontramos esa frontera móvil entre memoria e historia, entre recuerdos de un niño de posguerra (por el tiempo en que él nació, unos 20.000 holandeses murieron en una gran hambruna) y el trabajo de historiadores sobre la recuperación de los Países Bajos tras la Segunda Guerra Mundial.
Ahora en Cantabria hemos estrenado dirección general de Memoria Histórica. Esperemos que hayan leído a Koselleck y que no tomen decisiones que se pierdan en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Lágrimas ya hay en la historia de España como para devolver los océanos a Marte.
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