Una distópica globalización social

Nos lo demuestran diariamente los hechos. En nada se parece el diseño de la Europa de hoy, con el que precedió a la Primera Guerra Mundial. Los cuatro imperios existentes van a sufrir grandes cambios: imperio Alemán, Austro- Húngaro, Turco y Ruso, y el referente mundial se situará con el tiempo sobre Alemania. El carácter de referentes que estaba en manos de los imperios, realizando una labor de monitores de la población global, se desplaza a una sola nación, que crece y se desarrolla, elaborando además sus propias alianzas, algo sustancialmente parecido a la discusión de unos hermanos, frente a un hecho deseado por todos, en el que siempre gana el que es apoyado por el líder.

Norteamérica figuraba en segunda línea, era la representación del hijo que se quiere superar, como Reino Unido o Japón, pero en principio el polo de atracción y la referencia estaba situado en Alemania, cuyo poder, fruto de un desarrollo industrial envidiable, suponía el sol que ilumina al resto de países en su totalidad.

Un paso enorme se da con la Segunda Guerra Mundial, la referencia de Alemania desaparece, y surgen, casi de forma espontanea, aquellos hermanos que venían persiguiendo sus deseos de ostentación de poder, o de referencia, las sillas se mueven, y de los imperios de primeros de siglo, se transita a EE UU como referente social supremo, se reestructura Europa. El resto de hermanos, en cuyo nuevo orden van a quedar mejor situados Rusia, Reino Unido y Francia, surgiendo como grandes monitores de grupo, por una parte EE UU, y por la otra Rusia, que reproduce su imperio apropiándose de Europa oriental. Vemos en la familia que los hijos van siendo mayores, con mayores aspiraciones, las alianzas siguen presentes, y las fuerzas de poder van basculando, en este caso perdiendo el importante peso que tenía Japón.

Se desarrolla un periodo de frialdad o hartazgo en los enfrentamientos, surgen los enfados o las enemistades entre los diferentes miembros, van adquiriendo más importancia los estados de referencia, tejiendo estructuras o confeccionando fórmulas para ordenar mejor a su prole, como laONU en la que quedan los vencedores como administradores únicos, junto a un grupo de invitados fijos, que harán de coro, pero el poder está en las manos de los monitores.

Con el paso del tiempo, y con el proceso de descolonización, Inglaterra disponía del 80% de la superficie terrestre y Francia del 30%, además de Holanda, Dinamarca Bélgica y Portugal, que disponían de importantes posesiones. Con la independencia de estos pueblos¡ nacen nuevos hermanos que hacen más compleja la convivencia, recordemos la India y su posterior aspiración dentro del grupo de élite, Pakistán, Corea y Japón, que va resurgiendo, o Sudáfrica, todos son países importantes, se quieren hacer mayores y provocarán con el tiempo puntuales e importantes movimientos en las diferentes alianzas estratégicas.

Mientras, China, después de la figura de Mao, que la abrió al mundo capitalista aunque de forma tímida, ha ido creciendo, adquiriendo la tierra de estados enteros como el de Sudán del Sur, para explotar su subsuelo, dada la importancia de las materias primas, y que cercana a Rusia, suponen el contrapeso de EE UU más cerca de Europa, y a parte los países del Pacífico, como Corea del Sur y Japón, además de Canadá y Australia.

Hoy los referentes mundiales se siguen tratando de situar frente al resto de hermanos, unos, los mayores, porque quieren figurar y situarse en lugares de relieve, otros, los menores, porque desean prestar su apoyo siempre a cambio de algo, y cuyos polos siguen situados, en América, cuya cabeza es EE UU y países próximos ya citados, y el polo Euroasiático, que quizás con un menor entendimiento, pero si con una gran integración interesada, descansa en Rusia y China. El tiempo dirá el papel que en esta prole pueden jugar Irán e India, que aunque casi recién llegados ya reclaman su sillón. ¿Se atreverá algún hijo cruel a incendiar la casa familiar?