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Cantabria cerró 2020 con 31.700 desempleados, según la EPA. Es preocupante que la tasa regional de actividad sea del 54,12, la tercera más baja de todas las comunidades. ERTE, confinamientos perimetrales, contagios y escasez de vacunas son reflejo de esta distopía que azota ... a las personas más vulnerables y a muchos sectores (hostelería, comercio, cultura y ocio, etc.). Así, el salpicón de nuevas cepas del virus anuncia que una nueva recesión está a las puertas y necesitamos olvidarnos de comportamientos utilitaristas para derrotar a este maldito bicho. Y es que, además del impacto directo económico negativo de confinamientos locales, se producen efectos indirectos. Por ejemplo, el sector hostelero comercializa productos agroalimentarios y genera empleo. Si lo unimos a cierres y limitaciones de horarios y aforos, no sólo para ese sector sino también para el comercio, entenderemos el menor dinamismo en el centro de las ciudades y los cambios disruptivos en las viviendas con el efecto rebote de irse a la periferia. Más allá de campañas de apoyo y paquetes de ayudas sería bueno que los fondos de recuperación europeos Next Generation también llegasen a estas actividades a fin de crear ecosistemas empresariales resilientes e innovadores. Seguimos en territorio hostil, pues la incertidumbre en la evolución pandémica se traslada a la economía y surge una economía anfibia y adaptativa a esta metamorfosis del covid-19. Mercados laborales duales, con muchos contratos de corta duración, plantean el reto de que los ERTE no se conviertan en ERE. Recuperarnos precisa más inversión en sanidad y educación para que las personas puedan reincorporarse a la población activa y se desarrollen estrategias de especialización productiva inteligente. Tempus fugit.

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eldiariomontanes Una economía anfibia